Hambre, la nueva película de Netflix

Hambre. Es muy claro el mensaje de lo que pasa hoy en día en la alta moda culinaria.

Desde la mesa de una chica que aspira a ser una gran chef, desde el chef que humilla y cachetea a un alumno de universidad, hasta el cocinero frustrado por el ego del chef.

Esta película muestra el corazón y la fantasía de la cocina, el verdadero sentido de la mesa, el sentimiento de muchos cocineros que ven como dioses inalcanzables a los chefs de la nueva era.

Sin embargo de todo se aprende... La disciplina, la pasión y el orden. Los protagonistas son sin duda el agua y el aceite. El amor es la forma romántica de cubrir la pobreza y el dinero de cubrir los vacíos

Esta forma de ver la cocina como un espectáculo deja mucho de ser la función principal de un cocinero. Lo principal es alimentar y dejar el espíritu del comensal satisfecho. Estos fideos que la pequeña oriental aspiracionista que cocinó su abuelo era su mayor carta sin ninguna pretensión. El chef que se siente un Dios culinario es encarcelado por satisfacer egos y el bolsillo.

La cinta deja dos vertientes, la del monstruo culinario premiado y alabado la mayor parte por el clasismo, la industria gastronómica se ha vuelto un show business, en ciertos círculos y es válido, como también es honorable y válida esa cocina despreciada como amorosa.

Todos tenemos un platillo que nos hace sentir en casa. Al probarlo recuerdas que siempre hay alguien que te quiere. Para mí esa es la cocina.

Lo que dice ella cuando él intenta humillarla con su comida de sacrificio. Él dice que el amor es una manera de disfrazar la cocina de los pobres. Y para mí es el ego quien disfraza la cocina de los ricos.

Como acentúo unas letras arriba la cocina es lo que llevas a la boca y te da ese confort, esa paz, ese sentimiento que no sólo llena el estómago, también llena la emoción y el corazón.

Usted vea y decida cómo alimenta su alma y su panza.