Horas que unen: Pero son las ocho y has salido a aplaudir a tu ventana...

Opinión
/ 29 octubre 2024

Hay horas del día y de la noche que, por razones personales o colectivas, se quedan grabadas para siempre en la memoria.

Una hora en particular, con sus minutos, nos deja una huella imborrable. Permanecen insertas en la vida y, en un momento, cuando es personal, vienen a la mente para devolver la alegría o apaciguar la pena.

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Con ellas, la poesía puede cantar momentos de felicidad o declarar con tristeza los que causan derrumbe íntimo. Así Federico García Lorca con su poema dedicado a Ignacio Sánchez Mejía, cuando, a las cinco en punto de la tarde, cae, corneado, en la Plaza de Toros Manzanares, en Ciudad Real, en agosto de 1934.

En esas horas que se marcan en el colectivo, figuran especialmente las que definieron hechos que van a determinar incluso el devenir la historia. Es así, claramente, el recuerdo del terrible terremoto que sacudió a México en 1985, a las 7 horas con 19 minutos. Una hora que marcó un antes y un después.

El México que se vio impulsado a salvar, a rescatar de entre los escombros, a buscar una luz, un sonido de esperanza, en medio de la catástrofe, en medio del caos, en medio del desorden de un gobierno que no aceptaba la ayuda internacional.

La sociedad civil que emerge de ese momento. Una sociedad civil solidaria y organizada; el nacimiento de Protección Civil, que vendría a favorecer en México una nueva forma de enfrentar los efectos de las condiciones naturales adversas.

Para el periodismo, registrar el momento en que suceden los hechos resulta de relevancia, es de la mayor importancia. Recuerdo una crónica en la que se relataron los hechos del Jueves de Corpus en el año de 1971.

Los reporteros, algo que señalamos en clase continuamente, iban pendientes del reloj: consultaban la hora para relatar los momentos en que estos se presentaban. Así, desde el inicio mismo en que los estudiantes se fueron reuniendo; las horas en que se presentaron los hechos en el Panteón Británico, la instantánea de coches destrozados, el ataque por parte de los paramilitares; hasta el final en que se dispersaron, hasta la hora en que se expidió un boletín de prensa por parte de las autoridades.

Así, las horas determinadas y determinantes de hechos en particular quedan registradas para siempre en la imagen particular de las personas y en la memoria colectiva de las sociedades.

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Memorable fueron aquellas 8:00 de la noche en España durante la pandemia de COVID-19, cuando los españoles, impedidos como todos a salir a las calles, lo que sí hacían era aparecer en sus ventanas y aplaudir al personal médico que atendía a los pacientes del coronavirus en los hospitales.

Es interesante cómo esta parte de nuestra vida, que es la que nos construye además como seres humanos, se alimenta y queda grabada siempre en una parte del corazón personal e íntimo, y en el corazón de toda una nación. Horas que son parte de cada una de nuestras historias.

COLORIDO OTOÑAL EN LA PLAZA DE ARMAS

La Plaza de Armas luce por estos días de una atmósfera espléndida, llena del colorido otoñal, pero también con el ambiente de la conmemoración del Día de Muertos y el festival de la Mariposa Monarca. Las hileras formadas con flores de cempasúchil penden de los árboles y varios más adornos, conviviendo de manera natural con la plaza, sin agobiarla ni rebasarla. Lucen los árboles naturales como las flores artificiales. No obstante, un par de árboles secos son más notables en este que es un juego de luces. Buen momento de focalizarlos y retirarlos por el peligro representan, en la esquina noroeste de la plaza.

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