Incertidumbre como estrategia

Opinión
/ 2 septiembre 2024
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Desconfianza sobre la economía difunden medios de comunicación por reformas constitucionales en puerta que aprobará la mayoría calificada del partido Morena y sus aliados PT y PVEM, sobre todo la reforma judicial y la desaparición de órganos autónomos. Se avecina la catástrofe, afirman, y el país se aislará del mundo; incluso afirman que nuestro país abandonará el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (el constitucionalista Diego Valadés y el periodista Carlos Marín, “El Asalto a la Razón”, Milenio TV, 28-08-24).

Paulatinamente, desde el año 2018 se construye un nuevo régimen político en México, con otra estructura jurídico-administrativa y renovada relación del gobierno con la sociedad, con perspectiva de estado de bienestar y orientación estatal de la economía, aunque aún sin política industrial. El gobierno de Claudia Sheinbaum será continuidad del concluyente sexenio, porque dichos gobiernos surgieron de un amplio movimiento social y político, aunque sin sólida organización popular, quizá precisamente para no atemorizar a los mercados.

En el T-MEC firmado hace cinco años -que se revisará en 2026- se estipula que México se reserva el derecho de modificar su estructura jurídica, lo cual se llevará a cabo en el actual poder judicial partidario, precisamente para otorgar certeza jurídica en todos los ámbitos de la sociedad, lo que incluye inversión directa de capital, transacciones comerciales externas e internas y empleo. En nuestro país la justicia no es imparcial, equitativa y expedita.

La estrategia de la derecha mediática, académica y política es difundir muchísima información de lo que, según su visión pesimista, podría suceder al aprobarse 12 reformas constitucionales -como la depreciación del peso-, con bombardeos continuos en medios nacionales y locales, para efecto de atemorizar a la población y a los mercados financieros, hasta con manipulación de la información. Sin embargo, la volatilidad financiera es global, por factores climáticos y conflictos bélicos en Europa oriental y Medio Oriente, además de la guerra arancelaria de la Unión Americana y Europa con China en la transición al mundo multipolar.

Previsible la reacción histriónica e histérica de la derecha ante el avance de la llamada Cuarta Transformación, con la convocatoria al Plan C, que recibió amplio respaldo en las pasadas elecciones del 2 de junio.

La situación económica actual: desaceleración del crecimiento, pero no se espera recesión, por la dinámica económica al alza de Estados Unidos, primer socio comercial; aunque en menos montos actuales, fluye la Inversión Extranjera Directa y se han anunciado más de 40 mil millones de dólares en este rubro; balanza comercial superavitaria; el empleo formal se sostiene e igualmente el consumo, así se fortalece el mercado interno, entre otras variables.

Aun con el alza de precios en productos con alta variación por factores directos, la inflación no se ha desbordado, inclusive el Banco de México redujo a 10.75% la tasa de interés referencial, para impulsar el crecimiento.

En la historia reciente del país es normal la eventual desconfianza hacia nuevos gobiernos federales, de tal manera que se ha reducido el crecimiento en los primeros años de los sexenios, lo cual se acentúa en tiempos actuales de cambio de régimen y es comprensible la incertidumbre, pero esto dista mucho de un desastre económico en puerta.

Analistas sostienen que la depreciación del peso -calamidad afirma la “comentocracia”- no se prevé en términos drásticos, porque el rango de paridad de equilibrio se sitúa entre 18.50 y 18.80 pesos por dólar (investing.com, 20-08-24), es decir, paridad que no impacta negativamente los precios y que no encarece exportaciones.

Aunque la paridad ha caído alrededor de 12% en las últimas semanas, no se espera una depreciación desordenada excesiva, también porque el diferencial de tasas de interés al ahorro respecto a Estados Unidos es de más de 5%, además por divisas de exportaciones y remesas.

Con el objetivo de detener la transformación del país, el chantaje mediático es estrategia para generar incertidumbre y temor. Hasta ahora no ha resultado así.

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