Infierno en la Tierra

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Desde tiempos inmemoriales hemos sufrido grandes desastres naturales. En múltiples ocasiones hemos sentido terror a causa de implacables terremotos, de erupciones volcánicas, de inundaciones y de violentas tormentas. Pero no puedo dejar de mencionar a otro actor de incontables catástrofes: el fuego.
Sin duda alguna, el fuego es uno de los principales descubrimientos del hombre. Con sólo frotar rápidamente dos palitos secos, el hombre pudo encontrar un calor diferente al del sol, logró ver en la obscuridad, ahuyentó a terribles fieras, dejó de comer alimentos crudos y pudo elaborar mejores herramientas de trabajo y de caza.
Sin embargo, por más aportaciones que haya dado el fuego para el desarrollo del hombre, entre sus características se encuentra también la de ser el responsable de múltiples desastres.
El 8 de octubre de 1871 ocurrió una de las mayores tragedias en la historia de Estados Unidos. Los bosques de Wisconsin estaban en llamas, pero el viento era tan fuerte, que se formó un torbellino de fuego que arrasó con miles de hectáreas. Cerca del bosque había un pequeño pueblo cuyos habitantes estaban muy alarmados por la magnitud del incendio, pero nunca imaginaron que de pronto el fuego comenzara a caer sobre sus casas como si fuera lluvia. En aquella ocasión más de mil seres humanos perdieron la vida.
Es una ironía del destino que aquella misma noche del 8 de octubre, una vaca derribara de una patada una lámpara de petróleo en el establo de la señora O’Leary. Así comenzó el gran incendio de Chicago, el cual destruyó aproximadamente a 18 mil edificios y dejó sin hogar a más de 100 mil personas. Sólo unas horas fueron necesarias para que la llamada “Ciudad Airosa”, quedara convertida en cenizas.
En la Roma de Nerón, el 19 de julio del año 64 después de Cristo, estalló un incendio que causó la muerte a miles de personas. Tácito, eminente historiador romano, escribió sobre aquel acontecimiento lo siguiente : “Furiosas e insaciables eran las llamas. Las mujeres gritaban aterradas ; los niños y viejos estaban indefensos ; todos buscaban salvarse y cuando miraban atrás, veían las llamas pisándoles los talones. Finalmente, sin idea de a dónde o cómo huir, se amontonaron en los caminos y en los campos de las afueras. Quienes habían perdido todo, hasta lo que iban a comer ese día, pudieron haber escapado pero prefirieron morir y lo mismo ocurrió con otros que no lograron rescatar a sus seres queridos”.
El fuego también fue el responsable de la pérdida de un gran tesoro : la biblioteca de Alejandría. En la antigüedad acudían a estudiar en ella eruditos del mundo entero. En este lugar había más de 700 mil libros escritos a mano y en los cuales se encontraba documentado el conocimiento adquirido por el hombre con el pasar de los siglos. Al quemarse este valioso edificio, hubo un gran retroceso en la humanidad.
En 1910 el fuego arrasó con más de un millón de hectáreas de bosques de Estados Unidos. En aquel entonces la nación entera exigió medidas para evitar pérdidas tan descomunales. En el transcurso del año el Congreso aprobó que se otorgara ayuda federal para proteger los bosques. Sólo así los estadounidenses pudieron lograr volver a tener un país con vegetación hermosa, aunque para ello tuvieron que esperar muchas décadas.
El año pasado fue difícil de olvidar para los coahuilenses, pues el fuego consumió miles de hectáreas de nuestros bosques. Día con día descubrimos con tristeza que un nuevo incendio amenaza la vida en las montañas del País y no ha habido nada que pueda detenerlos. Ojalá que el fuego no termine también con nuestra intención por dar nueva vida a los bosques mediante el apoyo a programas de reforestación.
Una nueva Semana Santa se aproxima nuevamente. Declaremos de una vez como personas non gratas a todos aquellos que hagan fogatas para asar bombones o elotes; o a aquellos que no pueden resistirse a hacer una carnita asada en sus días de campo. El paisaje de lugares como la Pinalosa nunca será igual. Espero que nuestra inconciencia sí cambie, y tengamos mucho cuidado cada vez que vamos al bosque.
aquientrenosvanguardia@gmail.com