Intercampaña y desacato: los tiempos electorales

Opinión
/ 21 enero 2024

El pasado 18 de enero concluyeron las precampañas electorales, la verdad usted ni lo notará, porque la campaña en la práctica, dado el nivel de simulación y doble discurso continuará hasta el 29 de mayo de 2024. Ahora del 19 de enero al 29 de febrero, recuerde que estamos en año bisiesto, estaremos en intercampaña, cualquier cosa que eso signifique y que los partidos quieran interpretar. En la práctica, desde el 20 de noviembre del año pasado, abiertamente comenzaron las campañas.

Unos y otros se adelantaron, por supuesto, esa misma clase política y servidores públicos que no respetan los tiempos y las reglas marcadas por el Instituto Nacional Electoral (INE), son los mismo que –ante cualquier situación que no conviene política o “electoreramente”– piden respeto por el cumplimiento y el apego al estado de derecho. Creo que no han escuchado aquello que dice “que el que es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho”. Probablemente en su diezmada conciencia preconvencional (cfr. Lawrence Kohlberg), no acaban de entender que la normatividad asegura el equilibrio de una sociedad.

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Así que en el papel se habla de tres momentos en un período de seis meses, en la práctica son esos mismos seis meses de desacato a lo establecido, de salirse con la suya, de polarizar el escenario electoral, de la falta de argumentos, pero sobre todo de propuestas a las que se sumara la ciudadanía y que realmente le cambiaran el rostro a nuestro México “lindo y querido”. Intenciones, se ven pocas, lo qué si se ve, es el desenfreno en unos mas que en otros, para conseguir a como de lugar los escaños que, o les harán pasar a la historia; o con toda seguridad que les harán inflamarse los bolsillos que pareciera es lo único que les importa. Perdón, así nos lo han dejado en claro o, ¿usted cree que realmente les interesa la calidad de vida de los mexicanos?

Como ya se decía, ahora estamos ya en la intercampaña, período en el que las alianzas, coaliciones o frentes conformados por los diferentes partidos políticos no podrán invitar a los ciudadanos a votar –en la teoría– con toda seguridad desde ayer comenzaron con el desacato a través de las entrevistas, anuncios publicitarios y posicionamientos en redes sociales, porque son unos magos para encontrar recovecos legales –electorales– para seguir en lo suyo.

Teóricamente, en la llamada intercampaña, tendríamos que estarnos librando de las candidatas y el candidato por un tiempecito, porque tienen prohibido aparecer en spots, mesas redondas, debates o programas de radio o televisión. La característica es el no hacer proselitismo electoral, aunque si se pueden promover la ideología -si hubiese y si la conociesen– no es sarcasmo, los valores o los programas políticos de los partidos. Sin temor a equivocarnos, andarán y caminarán en la frontera del desacato.

En el intermedio “del silencio” solicitado en esta etapa y la soberbia de los diferentes actores políticos se encuentra el tibio INE que como seguramente sabremos no aplicara sanciones por los llamados “actos anticipados de campaña” en los que sistemáticamente incurrirán; sino los candidatos, si el aparato mediático de cada frente o coalición, de forma cínica, insolente y arrogante, haciéndose como no sabían.

Urge gastar los 3 mil, 304 millones de pesos dados por el INE –en concreto por usted y por mí– que les queman las manos para los gastos de campaña 2024. Ignorar las reglas, es la marca de la casa.

Ni Lorenzo Córdova -flamante orador de la “Marcha por la democracia”– con su personalidad combativa, confrontativa y parcial; ni Guadalupe Taddei han mostrado el músculo suficiente y la actitud necesaria para hacer que los partidos respeten las reglas del juego. Los partidos, como siempre tramposos y marrulleros lo han mostrado timorato, cuando debiera de ser un Instituto fuerte, solvente, confiable e imparcial que esté dispuesto, de una vez por todas, a ser el aval de la democracia en nuestro país y a respetar los acuerdos y la normatividad de las reglas del juego democrático.

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Ese es y ese ha sido el problema de la política y los políticos mexicanos, la inconciencia, la banalidad, la trivialidad y el cinismo. Todo esto aunado a una lamentable formación profesional de carrera y a una triste formación de sus conciencias. No se requiere demostrar nada de eso, las notas de los medios lo afirman. El apego al marco legal no está en el ADN ni del político mexicano, ni del mexicano en general. Convenios sociales, acuerdos establecidos, normas violadas constantemente y leyes que son vulneradas por el afán desmedido de ambición y de poder.

Lo que comenzará a cocinarse –con el trasfondo electorero, no electoral– en esta etapa del camino rumbo al 2024, será el tema de los organismos autónomos que recientemente pusieron en la mesa de debate los firmantes de la famosa carta de acuerdo político electoral 2023-2024, donde se ofertan al mejor postor, independientemente de su autonomía. Las luchas por la autonomía, los concursos por oposición, la recomendación de los organismos de la sociedad civil –como ya se sabía– nunca fueron suficientes para controlar y bajar el nivel de codicia de quienes sistemáticamente han buscado controlar a la población a cualquier precio. Así las cosas.

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