Kamala Harris: en busca de la campaña perfecta
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La elección presidencial en Estados Unidos ha dado un vuelco. El Partido Demócrata ha sabido aprovechar la histórica decisión de Joe Biden de abandonar la campaña. El consenso alrededor de Kamala tiene sentido: a 100 días de la elección, el partido no podía correr el riesgo de fracturarse en una contienda interna. El resultado ha sido una inyección de entusiasmo y fondos de campaña.
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Los votantes demócratas, sobre todo ciertos sectores que claramente habían perdido el interés con Biden, han recibido bien a Harris. La vicepresidenta ha tenido, además, algo de suerte. En un fenómeno orgánico singular, varias de sus declaraciones un tanto excéntricas se han convertido en memes virales. Harris está consiguiendo ese santo grial electoral: simpatizarle al electorado, sobre todos a los más jóvenes. No es casualidad que la campaña de Trump esté preocupada. Se ha preparado todo este tiempo para competir con un hombre disminuido y mayor que Trump. Ahora tiene enfrente a una candidata veinte años menor que genera un entusiasmo renovado.
Nada de esto garantiza un triunfo de noviembre. Trump es todavía el favorito. Para revertir esa tendencia, Harris tiene que hacer una campaña perfecta. Tiene que aprovechar cada regalo noticioso que le dé la coyuntura. La captura de “El Mayo” Zambada, por ejemplo, no podría llegar en un mejor momento, cuando la seguridad fronteriza es un tema prioritario. Harris y los demócratas tendrán que ser muy inteligentes en la organización de la convención del partido dentro de un par de semanas. Es el escenario ideal, quizá único, para presentar el argumento sobre Harris y contra Trump.
Pero, sobre todo, Harris tendrá que acertar en la selección de la última pieza del rompecabezas: su propio candidato vicepresidencial.
La frustración del Partido Demócrata con Biden no sólo tenía que ver con su terquedad. El partido tiene voces muy importantes más allá de la gerontocracia que lo ha dominado los últimos años. Tras el relevo generacional, varias figuras podrían acompañar a Harris.
Lo más probable es que escoja a un hombre blanco que equilibre la fórmula, asunto crucial en una elección tan cerrada en la que los estados en disputa son muy diversos. Harris tiene que encontrar la manera de acercar a los votantes escépticos en Arizona y Nevada sin perder la oportunidad de apelar al voto en Michigan, Wisconsin y Pensilvania.
La baraja se ha reducido a cuatro nombres: el gobernador de Kentucky, Andy Beshear; el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro; Mark Kelly, senador por Arizona, y Tim Walz, gobernador de Minnesota. De estos, sólo Shapiro y Kelly provienen de estados que serán clave en la elección, y por eso quizá llevan ventaja para unirse a Harris. Pero Beshear y Walz ofrecen otros activos políticos. Beshear, en particular, es una figura poco común: gobernador de un estado tradicionalmente republicano, podría hablarle con comodidad a los votantes blancos que serán clave en el cinturón del óxido. Algo similar ocurre con Walz, que tiene además simpatía y elocuencia.
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La decisión final corresponde a Harris. Si quiere buscar recuperar ventaja en Arizona y Nevada, los estados del suroeste que por ahora parecen inclinarse por Trump, debería elegir a Kelly, que puede hablar con firmeza sobre temas vulnerables para Harris, como la migración. Si quiere asegurarse Pensilvania, Shapiro es un camino evidente, dado que es un gobernador muy popular.
En realidad, sin embargo, cualquiera de los nombres en esa baraja podría funcionar. Normalmente, la elección del candidato vicepresidencial es casi anecdótica, salvo cuando se trata de un error evidente, como en 2008, cuando John McCain escogió a esa figura impresentable que era Sarah Palin. En 2024, sin embargo, el candidato vicepresidencial de ambos lados importa. Trump parece haberse equivocado con la elección de JD Vance, que ha sido objeto de muchas críticas. Si Harris acierta, la elección presidencial, que parecía decidida para Trump y apenas unos días, podría cerrarse todavía más. Necesita una campaña perfecta. Veremos si la consigue.