La actitud ante la vida, ¿individual o colectiva?
¿De qué hablamos al referirnos a la vida? No es lo mismo en la adolescencia que en la vejez. Debemos definir postura ante la existencia. Jaime Sabines dijo que entre memoria y olvido, olvidar es repensar lo presente, la memoria ata. Somos únicos, pero parte de una colectividad. Heidegger dijo que fuimos arrojados a la existencia sin que nadie nos pidiera permiso: nacimos en una geografía, una cultura, hablando una lengua, influidos por una religión y pertenecientes a una patria. ¿Somos libres? No del todo, el poder se impone.
Martín Lutero habló del destino y su teoría era tan rígida que no dejaba escapatoria: Dios sabe lo que pasará, si te salvarás o condenarás. Se topó con Erasmo de Rotterdam en la Universidad de Lovaina y este dijo que según ese esquema no hay libertad, por tanto, ni responsabilidad: Dios sería injusto.
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Estamos en un ambiente más cercano a Lutero que a Erasmo: todo está definido por los poderes fácticos, políticos y económicos (el dios del momento). Los partidos pretenden definir la vida del mexicano. El Estado-nación dejó de ser el amparo; ahora las empresas deciden tu vida. Estados Unidos fue ejemplo del dominio de la ley y la democracia: ya no. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) dejó la revolución e institucionalizó su dominio que aceptamos fatalmente. Referencia fallida es Acción Nacional, que deseaba conducirnos a la honestidad y ahora se sitúa en la peor de las historias.
Los ciudadanos despertamos con un nuevo escándalo y demasiadas preguntas. Los políticos sueñan la balsa que los salvará del naufragio y los llevará a lugar seguro: el dinero y la impunidad. No es raro que los jerarcas de tres partidos que lo que más deseaban era el triunfo de Xóchitl, la dejasen a la deriva mientras aseguraban su fuero. Somos testigos de piedra de lo que se hace en otros lugares.
La Ciudad de México es la capital, tiene demasiadas industrias, mucho dinero (turismo, predial, impuestos), pero asombra todo lo que se hace allá y lo que deja de hacerse en el país. El Metro, ochocientas hectáreas de Chapultepec, nuevas rutas, 169 museos hacen de ella una gran ciudad. Nosotros, batallando para terminar una carreterita, solucionar el problema del transporte, haciendo milagros para editar un libro, aceptando lo que caiga. ¿Qué actitud ante la vida?, ¿la individual o la colectiva? La posible, la que nos dejen los partidos, el narco, la corrupción, los banqueros: el espacio se achica y nos resta libertad y felicidad.
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No nos detenemos en lo que significa estar vivos, sino en lo que disfrutamos o padecemos. La falta de concordancia entre declarar y obrar es la constante. Yo no logro ver la coherencia entre un partido político y su plataforma. Gana el que se impone, el que más poder tiene, el que más abusó de su puesto sabiendo que nunca será castigado. ¿Quién mató a Colosio? Carlos Salinas escribió que había sido la nomenclatura del PRI. Recuerdo perfectamente a Zabludovsky encubriendo el hecho de la manera más soez, apoyado por Talina Fernández en el hospital en que Colosio agonizaba. Mientras veíamos la transmisión en Televisa todavía no sabíamos que estaba muerto, es prueba de que los comentarios habían venido de lo más alto: Zabludovsky sabía que hubo dos disparos, yo lo oí. Lo digo como ejemplo porque el caso volvió. Tucídides, que vivió hace veinticinco siglos, opinó que no es la justicia, ni la ley, ni el derecho, ni los dioses, ni la razón lo que triunfa, sino la fuerza. ¡Vaya profeta! Condenaba a la sociedad que se tenía como ejemplo en la época. ¿Qué diría hoy sobre México, Rusia, Israel o Estados Unidos?
De cualquier manera: la actitud ante la vida todavía puede ser tomada y llevada a cabo luchando por ella. Nadie nos regalará nada, es preciso conquistar lo que nos hace ser lo que somos. La actitud ante la vida es título romántico, pero no demagógico. La vida no puede ser individual, es colectiva. Pertenecemos a una historia de la que es imposible desprendernos.