La armonía societaria futura de tu empresa familiar se construye en el presente
No cabe duda que la armonía es un valor incuestionable para el buen funcionamiento de las empresas familiares. Sin embargo, tampoco cabe duda de que la realidad nos muestra que no siempre existe tal armonía en su sentido más tradicional.
A veces, las diferencias y conflictos entre miembros de una familia empresaria son innegables. Pero aquí está la clave: incluso en medio de la discordia familiar, es posible preservar la armonía societaria, y esto puede ser la diferencia entre la continuidad y el declive de una empresa.
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¿Qué significa esto exactamente? La armonía familiar se refiere a cómo nos llevamos entre nosotros como familia, ya sea bien o mal. Sin embargo, incluso cuando las relaciones familiares no son perfectas, es posible mantener una relación armoniosa en el ámbito empresarial. Esto es vital para el éxito a largo plazo de las empresas familiares.
A medida que avanzamos en las generaciones, mantener esta armonía se vuelve cada vez más desafiante. En la primera generación es relativamente sencillo cuando sólo hay un fundador o fundadora como líder. Pero en la segunda generación, surgen nuevos desafíos con la incorporación de hijos y hermanos. Asimismo, en la tercera generación, la complejidad aumenta aún más, ya que la empresa puede involucrar a nietos y primos, cada uno con sus valores y dinámicas únicas.
Por tanto, ocuparnos de fomentar una armonía familiar se convierte en una acción fundamental para mantener la armonía societaria, porque cuando la primera se ve amenazada, la continuidad de la empresa también está en riesgo.
¿Qué hacer, entonces, para fomentar la armonía societaria futura en las empresas familiares? Aquí te comparto siete recomendaciones:
1. Facilitar el diálogo y formalizar decisiones: Establecer espacios de comunicación abierta y formalizar los procesos de toma de decisiones para garantizar que todos los miembros de la familia empresaria tengan la oportunidad de expresar sus puntos de vista y participar en las decisiones importantes.
2. Conocer las necesidades e intereses: Es fundamental identificar las necesidades y los intereses de todos los integrantes de la familia empresaria, ya sea que trabajen en la empresa o no. Comprender sus aspiraciones y preocupaciones contribuye a una mejor gestión de conflictos.
3. Establecer objetivos con indicadores de resultados: Definir objetivos claros para la empresa y establecer indicadores de resultados medibles permite evaluar el progreso y asegurarse de que todos estén alineados en busca de metas comunes.
4. Promover la independencia de los hijos: Respetar las condiciones laborales de los hijos que trabajan en la empresa es esencial. Fomentar su independencia y desarrollo profesional, sin preferencias injustas, evita conflictos y contribuye a la armonía.
5. Delimitar roles y tareas: Especificar claramente los roles y responsabilidades de cada miembro familiar en la empresa para evitar ambigüedades y posibles conflictos por duplicación de funciones o falta de claridad en las responsabilidades.
6. Desheredar de rencores y prejuicios: Separar las emociones personales de las decisiones empresariales es esencial para mantener la armonía, pero sobre todo más importante es no transmitir los problemas de una generación a otra, permitiendo así que una tercera generación pueda establecer un vínculo sano y genuino que finalmente vuelva a encauzar los intereses y necesidades de la empresa familiar.
7. Preservar valores y tradiciones: Identificar y dar continuidad a los valores que han guiado a la empresa hasta el momento. Mantener la conexión con la historia y la cultura familiar fortalece el sentido de pertenencia y la unidad en la familia empresaria.
Cuando una empresa no logra tal armonía, ni familiar y mucho menos societaria, los riesgos son muy altos. Teniendo en cuenta que este tipo de empresas no se venden fácilmente porque tienen una alta dependencia de los propietarios, lo que sucedería en caso de que sí se venda es que se haga por un valor mucho menor de lo que realmente vale.
Esto significa que los miembros de la familia involucrados pierden, no sólo el capital emocional que han invertido en la empresa, sino también una parte significativa del capital financiero que podrían haber obtenido.
HABLEMOS DEL ‘CAPITAL EMOCIONAL’
Cuando nos referimos a este término, hablamos de la percepción que tienen los fundadores de la empresa sobre la misma. Para ellos, la empresa es más que un negocio; es como un hijo. Algunos fundadores incluso llegan a decir que es más que un hijo, ya que la empresa se creó sin necesidad de un progenitor.
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Cuando alguien critica la empresa de un fundador, es como si estuviera criticando a su hijo. Los fundadores tienen un vínculo emocional profundo con la empresa, y cualquier comentario negativo sobre ella se percibe como una afrenta personal.
Este vínculo emocional es lo que asegura la continuidad del legado empresarial a través de las generaciones. Las decisiones se toman pensando en el largo plazo, en la preservación de la empresa como un patrimonio familiar.
Es muy importante tener en cuenta esto, ya que la armonía societaria futura se construye en el presente. Si deseamos que la empresa mantenga la armonía societaria en los próximos años, debemos considerar las decisiones que tomamos en el presente. Cada elección puede contribuir a fortalecer o debilitar esta armonía.
¿A qué me refiero con el capital emocional y lo que ahora hacemos que tiene impacto a futuro? A veces, pequeños gestos tienen un gran impacto en la armonía societaria. Por ejemplo, un comentario despectivo de un familiar hacia otro puede erosionar la relación y, en última instancia, la armonía en la empresa. Estos desacuerdos pueden manifestarse de muchas formas, como recriminaciones, falta de reconocimiento, o incluso la indiferencia hacia las opiniones de otros miembros de la familia en la empresa.
Para ilustrar este punto, consideremos una junta de vecinos como analogía. En una reunión de vecinos, es posible que tengamos que escuchar a alguien cuyas opiniones nos parecen irrelevantes o incluso ridículas, pero su voto tiene igual peso que el nuestro. Lo mismo ocurre en una empresa familiar: incluso si un miembro no está completamente informado o tiene una perspectiva diferente, su voto cuenta y puede influir en las decisiones empresariales.
La conclusión es clara: una empresa puede sobrevivir sin armonía familiar, pero a un alto costo emocional y financiero. La armonía societaria, por otro lado, es esencial para la supervivencia y competitividad de la empresa. Cuando no existe armonía societaria, la empresa se vuelve menos eficiente y más propensa a la división o a ser adquirida por competidores.
Entonces, ¿cómo construir la armonía societaria futura? Comenzando por el presente. Esforzándonos por establecer relaciones sólidas y positivas con los futuros socios de la empresa, ya sean sobrinos, primos u otros familiares. No sólo es una cuestión de llevarse bien, sino también de hacer lo que conviene. Si los conflictos familiares arrastrados por fuera de la empresa amenazan la armonía, las generaciones futuras deben ser liberadas de esas tensiones y resentimientos.
En última instancia, la armonía societaria futura se basa en comprender la importancia de escuchar, entender y colaborar con los miembros de la familia empresaria. Construir puentes y relaciones sólidas entre las generaciones es esencial para garantizar la continuidad y el éxito de la empresa familiar. Así que, recordemos: hacer lo que está bien y lo que conviene es el camino hacia un futuro armonioso para las empresas familiares.
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