La casona Sánchez Navarro: Una casa señorial de Saltillo dedicada a la historia y la cultura

Opinión
/ 22 septiembre 2024

Corrían los años de 1920 cuando el pintor Rubén Herrera regresaba a Saltillo, su tierra adoptiva desde niño, después de su estancia en Europa, a donde fue a perfeccionar su arte. Venía acompañado de su esposa, una bella dama italiana que, como él, también fue pintora. Los pinceles de Dora Scaccioni de Herrera pintaban bellas flores de la región, paisajes y retratos, y en ocasiones experimentaba otros campos de las bellas artes para dar salida a sus sentimientos. En 1925 dejó un momento el pincel por la pluma para incursionar en la poesía. Transcribo unos fragmentos del poema que entonces dedicó a la Casa Sánchez Navarro, antiguo Palacio Municipal de Saltillo, del que era vecina:

La Vieja Casona

El viejo caserón de los Sánchez Navarro

ha perdido hace tiempo su aspecto señorial...

Ni pájaros en jaula, ni macetas de barro

alegran ya los pórticos del patio colonial...

*

Muy grande era la casa de los ricos hidalgos...

Íntima y abierta al sol... En los patios había

bullicio de criados y ladrería de galgos...

Adentro una penumbra como de sacristía...

Penumbra en que sangraban místicos Corazones

de Jesús y brillaban discretos los brocados,

que olían como a jazmín y nardos deshojados,

saturada de paz, de incienso y de oraciones...

*

El viejo caserón ya no reza ni sueña...

Por el portón abierto de la Calle Real

acoge la incolora multitud que es su dueña...

El caserón es hoy Casa Municipal...

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Dora Herrera vivía en la calle de Bravo, bajando Aldama, en la casa que luego fue el Museo Rubén Herrera, sostenido por su hijo Mario, antes de que Óscar Pimentel, como presidente municipal de Saltillo, fundara el museo oficial dedicado al maestro Rubén Herrera en la esquina de General Cepeda y Juárez. La casa de los Herrera estaba ubicada a espaldas de la antigua casa Sánchez Navarro, y en la época de doña Dora, era sede de la Presidencia Municipal, con el acceso principal por Hidalgo y la comandancia de Policía y cárcel municipal en la parte que daba a Bravo, la que la pintora podía ver desde su ventana, también con su portón de acceso; ahí era cuartel, cárcel y oficinas de jueces y ministerio público.

La casa Sánchez Navarro, ubicada en la esquina nororiente de Hidalgo, conocida antiguamente como Calle Real, y Aldama, es una de las más antiguas casas en pie en la ciudad, ya existía a mediados del siglo 18. Después de la Presidencia Municipal estuvo allí la Secretaría de Educación Pública de Coahuila; luego, esa Secretaría y el Gobierno del estado la restauraron para alojar el Centro Cultural Vito Alessio Robles en 1999. Las que fueran las habitaciones de la familia Sánchez Navarro, ahora han vuelto a respirar aires de tranquilidad y sosiego: de un lado la rica Biblioteca ofrece un ambiente sobrio y silencioso, propicio a la investigación y al estudio; del otro, las galerías de exposiciones brindan un espacio agradable, que invita a la contemplación y al goce estético; en medio, el patio colonial se viste de gala para recibir a la comunidad en las distintas manifestaciones del arte y la cultura. Con frecuencia, el patio también se llena del bullicio de los escolares que van a conocer la historia de su ciudad, pintada en sus muros por Elena Huerta. Si Dorita Herrera viviera, se alegraría. La vieja casona, revivida y dedicada a la difusión de la cultura y de las artes, ha vuelto a soñar. Como ella quería.

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