Una familia de empresarios saltillenses que trabaja por su ciudad
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Noble labor la de la familia Castilla Galindo en favor de la ciudad que les da identidad y adjetivo. Las primeras generaciones hacen su vida cotidiana en la ciudad acorde a la sentencia que alude al árbol que crece atado a sus raíces. Mientras los más jóvenes le coquetean al mundo con genuina curiosidad ante el atractivo avasallador de convertirse en ciudadanos universales, conocedores de otras culturas, otras creencias y otros pareceres. No importa, porque Saltillo es también el centro del mundo; como decía Jules Renard de su pueblito, “el centro del mundo está en todas partes”. A la nueva generación le vendrá por añadidura el amor por el terruño, porque lo lleva ya en las raíces familiares.
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Con Diana María a la cabeza, la familia sigue el ejemplo emprendedor que ella y Armando se propusieron en su momento cuando iniciaron su propia genealogía: invertir en Saltillo y para los saltillenses. Y lo hace ahora dentro de un segmento económico que ya domina, pero con un plus que sólo una familia saltillense que ama a su ciudad puede darle. El sector hotelero y restaurantero de Saltillo dio la bienvenida al primer alojamiento de su clase, La Gloria Mesón, un hotel boutique instalado en el corazón del Centro Histórico, en una antigua residencia levantada con nobles materiales regionales y estilo del siglo 19 y, a un lado, agregada, una casa del siglo pasado, integrada sutilmente a la primera para formar un solo cuerpo restaurado en su totalidad. Amplios espacios interiores forman catorce habitaciones, bautizadas cada una con nombre propio, según la personalidad que muestra y el recuerdo de amistades y cariños que guarda entre sus muros. Los patios y los jardines remiten a los zaguanes y los patios de las antiguas casas familiares de Saltillo.
La restauración logró una interesante fusión de piedras, barros y maderas en unión afortunada con elementos vegetales y objetos de arte; todo en consonancia con la más alta y funcional tecnología de punta en instalaciones, equipos sanitarios y ambientales y amenidades, para alcanzar en forma adecuada su nuevo objetivo: darle descanso y sustento al viajero en un ambiente relajado y cordial. Retomar aquellas habitaciones, adaptarlas con elegancia y buen gusto y con la disponibilidad de las comodidades y tecnologías de vanguardia, es recuperar el pasado que le dio carácter y personalidad a la ciudad para ya no perderlo jamás.
La Gloria Mesón se ubica en la esquina de las calles de Ramos Arizpe y Morelos y abarca el concepto del alojamiento de reminiscencias coloniales, que brindaba albergue tanto al viajero como al guayín o carreta en que viajaba, y al cochero, la carga y el tiro de animales que lo movían, ofreciendo un lugar para pasar la noche y un sitio en la cocina para saciar hambre y sed, además de un espacio para resguardar la carga y corral para las bestias de tiro y el pienso para su alimento.
La calle de Morelos es una de las más antiguas de Saltillo. En tiempos de la población de San Esteban de la Nueva Tlaxcala fue su calle principal, antes de que el pueblo tlaxcalteca se fusionara a Saltillo. Barrio principal de Saltillo, en esa calle tuvieron residencia las familias principales de hacendados y comerciantes locales. Mientras los extranjeros construían en los alrededores de la Alameda sus residencias de estilo europeo, las casas de la calle de Morelos obedecían a la arquitectura vernácula de tierra y piedra, marcada por las Ordenanzas españolas para sus fundaciones en América. De anchura considerable, fue la primera calle que tuvo camellón con farolas de luz eléctrica.
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Dentro de una diversidad cultural y natural, la familia de empresarios reconoce la importancia de preservar estos lugares para las generaciones venideras y recibe por ello el aprecio y agradecimiento de quienes nos tocó vivir todavía un pedazo de aquel Saltillo que abarcaba sólo lo que hoy es su centro Histórico. La Gloria Mesón es una ventana abierta a la vida doméstica del pasado, en la que el vivir cotidiano giraba al interior de la vivienda atendiendo las necesidades, gustos y costumbres de sus habitantes.
La vida saltillense puede y debe tener diversos ejes para satisfacer las necesidades de todos, pero el centro de la ciudad seguirá siendo el eje principal por ser el corazón que la sustenta. La familia Castilla Galindo, como verdaderos saltillenses, le han dado un plus a la ciudad en lugar de restarle, con todo lo que significa ofrecer al viajero y a los mismos residentes un lugar maravilloso en el primer cuadro.