La clave: justicia social

Opinión
/ 27 agosto 2022
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Vamos para cuatro años de 4T y, más allá de buenas intenciones, parece obvio que el vaso de la Cuarta Transformación sigue medio vacío. No, no se trata de ignorar lo atinado y muy vigente que es el eslogan de “por el bien de México, primero los pobres”, ni de sugerir que debemos extrañar a aquellos que, ahora siendo oposición, nos dicen que merecen regresar, aunque cuando tuvieron la oportunidad la desperdiciaron de cien formas distintas, entregando, también, un vaso medio vacío a quienes ahora tampoco quieren, saben o pueden llenarlo. Hay mucho que criticarle al Presidente y a su “equipo”, así como a esa ideología amorfa y hueca que parece alimentarse de monólogos extensos cada mañana y construirse a base de cajas chinas. También hay mucho que criticarle a quienes lo precedieron en el poder, más allá de añoranzas por héroes de barro frágil que demostraron una y otra vez su incapacidad para establecer un modelo económico que generara crecimiento suficiente para que el pastel alcanzara para la gran mayoría de los mexicanos. Los resultados conjuntos, de los 40 años de los de antes, y de los cuatro años de los de hoy, deberían ser motivo suficiente para una nueva revolución mexicana, suponiendo que no sea eso lo que estamos viviendo y no nos hayamos dado cuenta. La mitad de la población en México en la pobreza; muchos de quienes no son técnicamente pobres y cuentan con un trabajo estable, se las ven negras para poder sostener una familia promedio; viven al día, pasan docenas de horas por semana yendo y viniendo a sus trabajos en condiciones alarmantes de inseguridad; no pueden comprar una televisión o un refrigerador de contado y eso los empuja automáticamente en las filas de Elektra y Coppel, pagando tasas de interés cuyo costo anual total ronda el 80 por ciento (si cumplen). Ese es el siguiente nivel que está milímetros arriba de la pobreza técnica y que invariablemente es empujado a la pobreza y no a alejarse de ella. La clase media mexicana entró ya de lleno a la lista de especies en vías de extinción y no se ha dado cuenta. Es común ver a miembros de ese grupo sentirse parte del 0.001 por ciento sin percatarse que están casi en la mira del Elektra más cercano y que los intereses del CCE o CMN no son los suyos.

Acerca de justicia social, UNICEF dice: “Todas las personas tenemos necesidades básicas comunes, que se traducen en derechos humanos fundamentales: el derecho a la propia identidad, a la supervivencia, a la educación a expresarnos con libertad y a ser tratados con dignidad y respeto, por ejemplo. Cuando estas necesidades fundamentales no se satisfacen nos encontramos frente a inequidades, que pueden darse tanto en los países industrializados como en países en desarrollo. Lo que convierte estas situaciones en injusticias es que pueden ser evitadas: no se trata de problemas irresolubles a los que no podamos hacer frente, sino que a menudo han sido provocados por personas y persisten porque mucha gente se desentiende de ellos. La decisión de promover o de negar la justicia social está en manos de las personas, ya sea a escala individual, local, nacional o mundial”. UNICEF destaca que la injusticia social está generalmente relacionada a conflictos, inseguridad o violencia; a la pobreza y a la discriminación. En el caso mexicano, más allá de la violencia e inseguridad rampante, relacionada no solo con el crimen organizado, debemos reconocer que la pobreza es la prioridad número uno.

Quien se anime a cuestionar la (in)justicia social alimentada por la pobreza en México y sepa plantear de manera simple tres o cuatro iniciativas que la combatan, será quien deba liderar al país a una verdadera transformación. Una transformación que no necesitará estar enumerada. No importará si es continuación de la cuarta o la quinta o la verdadera cuarta. Lo único que importará será su capacidad de atender la percepción y la realidad que vive la gran mayoría de los mexicanos en relación con la justicia social negada por décadas. La revolución de 1910, la reforma agraria de los 50’s, haber sacado al PRI de Los Pinos en el 2000, el “primero los pobres” de 2018, no han envejecido bien y son recordatorios de lo que no ha funcionado, de gobiernos, personajes, partidos, instituciones y modelos que NO han entregado cuentas favorables a los mexicanos. En México se instaló la ineptocracia y urge sacarla de raíz, lo cual no será posible con un partido, personaje o modelo ya probado en los últimos 40 años. Debemos darles la oportunidad a cuadros nuevos; líderes con pensamiento joven y moderno, frescos y sin vicios del sistema actual o los anteriores, que sean capaces de reconocer que la principal crisis que vive un país como el nuestro es la crisis de justicia social y que estén convencidos de que es posible empezar a cambiar las formas, los planes, las acciones, tan gradualmente como la emergencia lo permita, para identificar y actuar sobre unas cuantas cosas a la vez para hacer la diferencia en la justicia social que merece este gran país, empezando por los municipios. Sí existen esos líderes. ¿Les daremos la oportunidad?

@josedenigris

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Columna: En tr3s y do2

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