La cultura tiene que ser un área estratégica de gobierno
La cultura, como signo distintivo de nuestra especie, debe ocupar siempre un lugar central en los esfuerzos cotidianos de toda comunidad que aspira al progreso y el desarrollo
Contar con una Secretaría de Cultura en la estructura del Gobierno Estatal implica mucho más que agregar una silla a la mesa donde se reúnen quienes integran el gabinete legal. Se trata, en estricto sentido, de darle a la cultura el lugar que merece en el concierto de las políticas públicas, lo cual no es poca cosa.
Y es que, como bien dijo el novelista y político francés André Malraux, “la cultura hace al hombre algo más que un accidente del universo”. O, para decirlo con mayor claridad, la cultura es el rasgo distintivo de nuestra especie, y sus distintas manifestaciones los elementos que nos alejan de la barbarie y nos aproximan a la posibilidad de la trascendencia.
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Por ello, destinar recursos al financiamiento de empresas culturales no es un lujo o un elemento exótico de nuestras sociedades, sino la muestra evidente de la búsqueda de un destino superior que parte del entendimiento profundo de nuestra naturaleza y la misión que cumplimos en el universo.
Hacer énfasis en lo anterior es necesario para poner en contexto la situación que retrata el reportaje que publicamos hoy en Semanario, el suplemento de investigación periodística de VANGUARDIA, en el cual se consigna cómo apenas un 30 por ciento de los integrantes de la comunidad artística de Saltillo pueden vivir realmente de su obra.
Las conversaciones con una treintena de creadores locales retratan una realidad que debe llamar al análisis detenido de este rubro de la actividad pública: la mayor parte de los creadores saltillenses se han visto obligados, al menos en algún momento de sus vidas, a recurrir a un segundo empleo para poder subsistir y financiar su actividad.
En Coahuila contamos con una secretaría en el gabinete estatal cuya misión, de acuerdo con la Ley Orgánica de la Administración Pública, es “coordinar, ejecutar y evaluar la política cultural en la entidad y proponer y en su caso ejecutar el programa y las acciones que se autoricen para el sector”.
Adicionalmente, la Secretaría de Cultura de Coahuila tiene la obligación de “alentar la difusión de la cultura y la aproximación de las personas a ella como una forma de fortalecer la identidad, reconocer el pasado y diseñar el destino de los coahuilenses”, además de “fomentar la investigación, la manifestación y difusión de las artes en sus distintas modalidades”.
No son tareas menores y por ello requieren de un financiamiento adecuado para poder concretarse. Aunque no es solamente el sector público quien puede y debe hacerlo, sino también la iniciativa privada cuyos integrantes han jugado un papel fundamental a lo largo de la historia participando como mecenas de casi todos los grandes nombres del firmamento cultural de la humanidad.
Pero que la cultura ocupe el lugar central que le corresponde, en el proceso de ese fenómeno al que llamamos progreso, no puede ser un accidente o producto de la casualidad, sino el resultado de una vocación que se traduzca en políticas públicas robustas y en actitudes de mayor generosidad por parte del sector privado.
En esa dirección hay que remar para modificar la situación actual de los creadores locales.