La ‘gritoniza’ de Marko Cortés a Xóchitl
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Cuando Xóchitl Gálvez felicitó a Claudia Sheinbaum por su victoria en las elecciones, no le avisó a nadie. Lo hizo por decisión propia. Por convicción y ante la contundencia de los datos que había venido recibiendo. La reacción del dirigente nacional del PAN fue furiosa.
Cuentan los que estaban ahí que Marko Cortés le gritó a su candidata presidencial que cómo se había atrevido a felicitar a Claudia sin consultarle, que él estaba planeando la estrategia de denunciar públicamente un megafraude. Xóchitl Gálvez −según las mismas fuentes− le contestó que ella era la candidata y ella decidía cuándo y cómo reconocer la derrota.
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“Fue una gritoniza”. Así me lo describen.
No era la primera vez que el dirigente panista le gritaba a su candidata. Había sucedido también después del primer debate, en abril pasado, cuando Xóchitl Gálvez tuvo un muy mal desempeño. Relatan que Marko le espetó: “los candidatos del PAN no pierden los debates”. Ella lo había perdido.
Entre el dirigente nacional del PAN y quien fue su candidata presidencial hay un profundo conflicto postelectoral. No se hablan. Se abrió una grieta que quién sabe si se va a reparar y en dado caso, cuándo.
Cuentan en el cuartel opositor que Xóchitl Gálvez no se ha querido subir a la denuncia de un megafraude electoral el día de la jornada. Tampoco a la impugnación de la sobrerrepresentación del obradorismo en el Congreso (la alianza oficialista obtuvo el 54 por ciento de los votos para el Congreso, pero se calcula quedará con el 72 por ciento de los diputados). Considera que las inconsistencias entre las actas, las sábanas colocadas afuera de la casilla y el PREP son habituales en cualquier elección y cambiarán solo marginalmente el resultado. Y que en la sobrerrepresentación Morena jugó bien sus fichas y se aprovechó de los huecos de la ley.
En cambio, sí buscará que se limpien las irregularidades que se detecten, que se defiendan los triunfos de diputados y alcaldes que tienen votaciones cerradas y sobre todo, que quede para la historia una sanción sin precedentes al presidente López Obrador por su grosera intromisión a favor de su candidata y una condena al uso de programas sociales (“elección de Estado”).
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Hoy, el equipo ciudadano que arropó a la candidata evalúa conformar un movimiento totalmente desligado de los partidos, para aprovechar la imagen de Xóchitl Gálvez para defender desde la sociedad civil los organismos y poderes autónomos, cuyo asedio se ha anunciado por la futura presidenta Sheinbaum.
En cambio −quién lo iba a pensar− la que está de maravilla es la relación entre Xóchitl Gálvez y Alejandro “Alito” Moreno. Parece que el dirigente nacional priista ha estado muy cerca de la candidata en la derrota, con ánimos y apoyo moral.