Las armas son peligrosas. En manos de niños, más
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Las armas de fuego, es de lógica elemental, no pueden estar al alcance de cualquiera. Menos aún deben estar disponibles para que un niño las tome y las manipule porque tal hecho entraña un riesgo muy alto de que ocurra una tragedia, como ya ha ocurrido en el pasado.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, de acuerdo con el cual un alumno de cuarto grado de primaria, es decir, un niño de apenas 9 años, habría acudido a su escuela llevando un revólver calibre .22 entre sus pertenencias.
La pistola fue detectada a la entrada del plantel como parte del denominado “operativo mochila” que ha sido implementado en múltiples escuelas para evitar que los alumnos ingresen a estos con objetos prohibidos o, como en este caso, peligrosos.
Por fortuna no ocurrió ningún hecho que deba lamentarse y, de acuerdo con la información difundida, el alumno aseguró que su única intención era enseñar el arma a sus compañeros. Presuntamente el revólver estaría descargado y ello habría impedido cualquier desenlace trágico.
El episodio, sin embargo, debe alertar a todos los padres de familia que posean armas de fuego para extremar las precauciones y asegurarse de que estas nunca, y bajo ninguna circunstancia, se encuentren al alcance de sus hijos, sobre todo si son menores de edad.
De preferencia, desde luego, es mejor no tenerlas. Sin embargo existe la libertad constitucional para ello y no puede prohibirse a nadie que ejerza tal derecho, sobre todo si se hace con responsabilidad, es decir, contando en los domicilios con mecanismos adecuados para su resguardo.
Al respecto es importante decir que la cultura sobre el adecuado manejo de armas de fuego no va a surgir por generación espontánea y por eso es importante que las autoridades, de todos los órdenes de gobierno, asuman la responsabilidad de garantizar que quien posea un arma cuente con la información necesaria para su manipulación.
Un impedimento para ello, lo sabemos bien, es la existencia de un amplio comercio ilegal de armas y, paralelamente, la inexistencia de un registro eficiente de las que existen en el País debido a que dicha actividad se ha reservado históricamente al Ejército, lo cual impide que las autoridades civiles puedan dar seguimiento a los posesionarios.
En otros países, Estados Unidos por ejemplo, el registro y control de las armas de fuego en posesión de particulares corre a cargo de una instancia civil, la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) y esta circunstancia no solamente permite llevar un control eficiente, sino que facilita la investigación de delitos cometidos con dichas armas.
Evitar que episodios como
el de ayer tengan desenlaces trágicos no depende solamente
de “aconsejar” a quienes poseen armas para que las resguarden adecuadamente, sino de modificar el entramado legal que
permite adquirirlas con propósitos deportivos o de defensa
personal.