Las finanzas de Beethoven
La agencia de colocaciones Adzuna se preguntó cómo andaban los sueldos de los grandes artistas y científicos de la historia y comparar con los ingresos actuales. Por ejemplo, Bach (1685-1750) recibía lo que hoy serían 31.629 euros como maestro de capilla; Antonio Vivaldi (1678-1741) recibía el equivalente a 11.296 euros al año, como profesor de música; Clara Schumann (1819-1896) obtuvo 36.575 euros en 1855, lo que significó cuatro veces más que su marido Robert Schumann. Los dos a los que mejor les iba fueron Mozart y Beethoven. El primero llegó a recibir hasta 4,000 florines, es decir 113.000 euros, o sea unos nueve mil euros al mes, (algo así como 333 florines mensuales) lo que es una bonita suma. Pero como era un bon viviant se gastaba todo en buenos vinos, buena mesa y buena ropa. La misma cantidad obtuvo Beethoven, aunque no de manera constante.
A los 12 años de edad, en 1782, ingresó como ayudante de organista, como aprendiz sin sueldo, en la orquesta de la capilla del elector Maximilian Frederick. Al año siguiente fue promovido a cimbalista de la orquesta, aun sin sueldo. No fue sino hasta junio de 1784 que se le otorgó el cargo de organista de la corte, con un sueldo de 150 florines. Su maestro Christian Gottlob Neefe (1748-1798), había hablado muy bien del jovencito Ludwig, además de que el elector había advertido el talento de Beethoven, por lo que aceptó alentarlo. A la muerte de la madre, María Magdalena, Beethoven se hizo cargo de la familia, habida cuenta que Johann, su padre, padecía los demonios ingobernables del alcoholismo (Los 12 pasos de AA fueron concebidos en 1935, de manera que en 1780 el alcoholismo todavía era ingobernable). El sueldo como músico de la corte, más algunos ingresos como maestro de las familias acomodadas de Bonn, le permitieron ingresos por 450 florines. Esta cantidad era casi lo que ganaba el director de la orquesta, y el doble del sueldo de los “solistas”, después llamados Concertinos. Con ese dinero Beethoven contrató servidumbre para la casa paterna, y un ama de llaves para los hermanos pequeños.
Existe una carta fechada en noviembre de 1793 en la que el maestro de Beethoven, Franz Joseph Haydn (1732-1809), quizá la mayor autoridad moral de Europa en ese momento, solicita para su alumno un apoyo en monetario, ya que en Viena estaba pasando días de penuria: “...pensé que si Vuestra Reverencia le asigna 1000 florines el año próximo, Vuestra Reverencia estará demostrándole el más elevado favor, y al mismo tiempo lo liberará del sentimiento de ansiedad.” Su Excelencia el elector Max tuvo a bien responder a Haydn con claras cuentas pormenorizadas de lo que se le había asignado al joven que marchó a sufrir a Viena, en la que concluía “Por consiguiente, me pregunto si no sería mejor que regresara aquí.”
Desde luego que Beethoven pronto se planteó la manera de hacerse de algunos recursos en Viena. Se postuló como maestro de piano, como lo había sido en Bonn, pero pronto se dio cuenta de la dura competencia. Se estima que en Viena había más de 300 pianistas, casi todos profesores de familias acaudaladas, que en total generaban unos seis mil alumnos, solo de piano. Por suerte su eterno mecenas, el príncipe Carl von Lichnowsky (1761-1814) en 1800 le otorgó una anualidad de 600 florines, aportación que se prolongó durante seis años.
Gracias a su creciente prestigio y a su habilidad para negociar sus obras, Beethoven consiguió hacerse de rentas suficientes para sobrevivir como se esperaba de un genio. Por ejemplo, dedicó su polonesa para piano Op. 89 a Isabel Alekséievna, zarina esposa de Alejandro I. A cambio recibió 50 ducados oro, más otros 100 ducados por la dedicatoria al zar de la sonata para violín opus 30, No. 3
A la muerte de Beethoven, el abogado Jacob Hotschevar testó los manuscritos hallados sobre el escritorio del músico, más algunas otras pertenencias que fueron subastadas por un total de 1.140 florines. A esta cantidad se sumó el total de las propiedades, incluyendo las ocho acciones bancarias que poseía, con lo que se obtuvo alrededor de 10.000 florines mismos que Beethoven testamentó a favor de su sobrino Karl. Luego vinieron otras complicaciones testamentarias que contaré en una siguiente entrega.