Las lecciones de Jackson Hole
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Si algo ha quedado bastante claro en los últimos días es que a la batalla contra la inflación todavía le queda mucha cuerda y que requerirá del uso de todo tipo de herramientas que se encuentren al alcance de los bancos centrales.
A lo menos eso es lo que dejan entrever los mensajes de dos de los hombres más influyentes en el mundo en relación con los temas de política monetaria: el Presidente del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell y el Director General del Banco de Pagos Internacionales, el mexicano Agustín Carstens.
En la tradicional reunión anual de banqueros centrales e inversionistas en Jackson Hole, organizada por la FED de Kansas, el mandamás del banco central estadounidense fue claro y enfático al señalar que la lucha contra la inflación está lejos de terminar, por lo que la Reserva Federal concentraría todos sus esfuerzos en regresar a la meta de 2 por ciento de crecimiento de precios. Powell anticipó que ello llevará tiempo y que el sacrificio para los hogares bien valdría la pena al final del camino.
Por su parte Agustín Carstens, en su intervención en el mismo encuentro, señaló:
“Se necesita un piloto experto para que la aeronave regrese a un lugar más seguro y estable... los bancos centrales no pueden esperar suavizar todas las bolsas de aire económicas y, en cambio, deben centrarse ante todo en mantener la inflación baja y estable... la política monetaria tiene que hacer frente al urgente reto de afrontar la actual amenaza de inflación”.
Como era de esperarse, las reacciones en los mercados bursátiles desataron una baja generalizada en las bolsas de valores del mundo, al descontar que hacia delante continuarán las alzas en las tasas de interés y condiciones monetarias más restrictivas.
Desde luego, estos escenarios favorecen el atractivo de los instrumentos de renta fija, tales como los bonos por encima de los instrumentos de renta variable, como las mismas acciones. Además, una economía con espacios monetarios restrictivos implica condiciones de negocios más duras para el desempeño económico y financiero de las empresas.
En suma, la reunión de Jackson Hole arrojó dos lecciones a la economía mundial, una buena y una mala.
La buena es que se aprecia que hay un claro consenso entre las principales instituciones financieras globales, de la amenaza que representa la inflación y la necesidad de detenerla tan pronto como sea posible y al costo que sea. Parece ser que se ha aprendido de la historia, cuando en eventos anteriores, las reacciones de los bancos centrales llegaban en forma tardía y por tanto con remedios que eran más dolorosos, por no haber actuado a tiempo.
La mala es que esa lucha será larga y desgastante y no está del todo claro cuál es la capacidad de resistencia que posee la economía, cuando apenas viene saliendo de una de las peores recesiones de la historia.
Economista y Catedrático de la
Universidad La Salle Saltillo
Twitter: @guillermo_garza