Las lecciones del fuego
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Ha flameado el fuego sus lecciones desde su cátedra de serranías.
Cada incendio en las montañas que rodean a la ciudad ha sido un aprendizaje progresivo.
Se requiere una vigilancia constante de policía montada, reforzada en los tiempos en que suben los grados en el termómetro. Quizá podrían adiestrarse canes para que su olfato pudiera captar el olor de humareda a gran distancia.
Será necesario un fondo suficiente para atender cualquier contingencia, con participaciones federales, estatales y de la iniciativa privada. Así podrá financiarse la activación de operaciones oportunas y sostenidas.
Mantener viva una escuela de capacitación de brigadistas preparados con prácticas de entrenamiento para tener destreza en todas las técnicas de extinción y de autodefensa grupal.
Tener áreas de acceso autorizadas para los excursionistas y trabajadores permitidos, practicando una revisión cuidadosa del equipaje mochilero.
Usar un cuestionario cuyas preguntas y respuestas correctas se entreguen −en folleto impreso− para evitar acciones de riesgo por ignorancia o descuido.
Articular campañas de formación ecológica. Avivar el sentido de responsabilidad para evitar desastres por causa humana.
Tener vigente un plan como el DN-III para auxilio a la población en caso de incendio forestal.
Los riesgos inevitables han de tener, en cada región, la suficiencia de recursos económicos, técnicos y éticos. En el caso de incendios la atención incesante a viveros para replante es una inversión muy inteligente y eficaz.
DERECHO A LA SALUD
Por el hecho de ser humano y ciudadano.
Y no a parchecitos y pomaditas, sino a la atención suficiente con todos los medicamentos, terapias y adelantos en recursos médicos sin cobrar nuevos impuestos. Eso es cumplir con lo que manda la Constitución.
Hay miles de ciudadanos que sólo se curan con hierbitas y menjurjes en regiones apartadas de difícil comunicación. En algunas hay servicios sociales temporales. Los médicos ordinariamente buscan servir en las ciudades.
No es mala noticia que se puedan conseguir médicos de naciones vecinas, dispuestos a atender esas necesidades de los marginados, con una convivencia estable.
RECUPERAR LA ARMONÍA
Es cierto. Hay quienes viven en apuro constante. Se recarga todo a su alrededor y se complica.
Requieren tener un tiempo para recuperar la armonía, para recobrar la paz, para no sólo soportar sino poder también disfrutar.
No se reparten con equidad las cargas en muchas familias. Hay en empresas recargo de trabajo para no pocos “empleados de confianza” sin colaboradores necesarios.
Se extienden actitudes inhumanas de violencia y brutalidad.
La civilización del amor requiere estar atentos a las necesidades de los demás en todos los ambientes.
El espíritu cristiano de solidaridad se inclina al “nada sólo para mí” y crece en el “todo para todos”...