Las pugnas internas en Morena
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Con la designación de delegados en las diferentes regiones del Estado por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con el objeto de que coordinen acciones, primero para la elección interna y después la jornada constitucional, se da el primer paso dando a conocer los nombres de algunos personajes que encabezarán esas tareas.
Para Saltillo el PRI tuvo el acierto de designar a Carlos Robles Loustaunau como su delegado, pues tiene la capacidad suficiente por su extensa experiencia de establecer estrategias que conduzcan a ir avanzando sobre caminos seguros dentro de la política electoral.
Para Torreón ese partido designó a Óscar Pimentel González, viejo lobo de mar que por ser un cuadro conocedor y disciplinado le ha valido pisar ambientes de la política local, estatal y federal, y que ahora trabajará para su partido guiando los esfuerzos que arrastren al triunfo.
La palestra guinda ha entrado en operación y de igual forma ha empezado a presentar una ebullición que ha dado lugar a riñas internas, pues existen diferencias de criterios al posicionar en desiguales lugares en la lista de prospectos, pues la confianza que existía en el sentido de que ese partido ya tiene definido quién competiría en la elección del próximo año, algunos miembros han mostrado desacuerdos que a ese candidato lo han bajado de lugar en la lista, pues según algunas encuestas han posicionado a Armando Guadiana en el lugar que se supone es para Mejía, es decir, que la opinión presidencial fue menospreciada.
Recordemos que el ingeniero Guadiana fue el que apoyó a López Obrador, y sobre todo fue el que lo introdujo al ambiente político de Coahuila utilizando sus propios recursos, y ahora el Presidente ya se olvidó de esa ayuda invaluable, lo que comprueba la actitud desagradecida de López Obrador, pero que supo aprovechar ese soporte para sus propósitos.
Todo eso conviene a los demás partidos políticos, pues las guerras intestinas hacen más daño que cualquier distorsión dentro de un partido, pues promueve una división que le puede restar votos a Morena y logre un trasvase a otros partidos, acción que beneficia ayudando a desterrar al candidato morenista, aunque de facto ha estado desterrado desde hace por lo menos veinte años, y que ahora lo envían al Estado a querer gobernarlo cuando las estructuras, social, laboral y oficial llevan un ritmo de avance que podría descarrilarlo.
¿Qué garantía podemos tener los coahuilenses de que posee la capacidad para saber gobernar?
¿Qué se puede esperar de un partido que no toma en cuenta las instrucciones del Presidente con su enviado? Tan es así que la directiva estatal de ese partido no ha sabido aglutinar la fuerza necesaria para que sus miembros sean disciplinados y marchen en la misma dirección.
Los delegados del PRI deberán desarrollar una tarea enorme en el sentido de saber conjuntar voluntades a fin de que sean una muralla impenetrable para los otros partidos, principalmente Morena, pues aunque no estuvo mal haber ganado cuatro estados de seis que compitieron en las elecciones pasadas, en un resumen general actual en el país, contando alcaldías y diputaciones locales y federales, se refleja que no es invencible y que con alianzas partidistas, el PRI puede ir recuperando posiciones en la política nacional.
Dentro de un año serán las elecciones aquí en Coahuila para la gubernatura, las estrategias que se empleen en el camino serán decisorias para el triunfo del partido que sepa aprovecharlas, pues por el lado de Morena las piezas locales ninguno presenta un peso específico que haga frente con aires de triunfo, por lo que se han visto precisados a importar un cuadro desconocido y utilizar recursos para forzar situaciones que en forma democrática no se darían.
Se lo digo EN SERIO.
franciscoaguirreperales@gmail.com
@aguirreperalesf