¡Las seis velas de AMLO! (Tres actos)

Opinión
/ 13 mayo 2024

Es la mañanera del 10 de mayo en Palacio Nacional. Una mampara ratifica el día con esta frase: “Feliz Día de las Madres”. Entra AMLO de terno azul y corbata de rombos rojo-naranja, porta en sus manos un ramo de flores envuelto en papel rosado.

“Buenos días. ¡Ánimo!” (dice AMLO al entrar). Ya en el podio inicia sus descoyuntados comentarios: “Felicidades a todas las mamás de nuestro país y de otros países. A todas las madres; a las mamás que se nos adelantaron. Pero cómo vamos a decirlo en una canción, hay amor eterno para todas ellas; nuestro cariño, nuestro recuerdo. Para las mamás que están con nosotros; mamás, abuelitas; a todas, muchas, muchas, muchas felicidades.

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“Esta mañanera comienza con “Las Mañanitas”. Vamos a llevar a cabo este homenaje a las madres. Nada de política. Nada de preguntas y respuestas. Es para las mamás. El lunes ya vamos a ponernos al corriente. Nos ponemos al día. Pero ahora es para las mamás. Mucho amor, amor, amor, amor.

“Adelante el mariachi”. “Sí Señor” (responde el cantor. Empiezan “Las Mañanitas”. Termina e inicia con la canción “Amor Eterno”).

Cuando el mariachi entonaba este párrafo: “Yo he sufrido mucho por tu ausencia/ Desde ese día hasta hoy, no soy feliz/ Y aunque tengo tranquila mi conciencia/ Yo sé que pude haber yo hecho más por ti/ Oscura soledad estoy viviendo yo/ La misma soledad de tu sepulcro, mamá”. En ese instante, Andrés Manuel cerraba los ojos y ponía su mano derecha en el corazón para pensar en su madre y reflexionaba: “¿Qué culpa tiene Manuelita, de todas las mentadas de madre de los ‘conservas’?”, cuando la luz de la sala de golpe se apagó.

Los mariachis titubearon de seguir cantando o no la siguiente estrofa. Los periodistas chayoteros de la 4T, Lord Molécula, Sandy Aguilera y Bernabé Adame, entre otros, -quisieron correr al podio para proteger a AMLO, pero permanecieron paralizados (total, prácticos pensaron, ya nada más le quedan 143 días al fulano). El resto de los reporteros empezó a chiflar como cuando la película se detiene en seco.

Sin moverse del podio, López Obrador -a capela- gritó a su vocero Chucho Ramírez Cuevas: “¿Qué es esto? ¡Manda llamar a Bartlett!”.

Pero Chucho, escondido tras una columna, no le respondió pero pensó: “¿Cómo jodidos le voy a buscar si la CFE no tiene -con un 27.4% de producción sexenal de energía- la capacidad de dar respuesta a este apagón o a cualquier otro?”.

AMLO insistía con una voz molesta: “¡Con un carajo, Chuy, háblale a Bartlett para que de inmediato resuelva este apagón en Palacio!”. Mientras imaginaba a Manuelita, su madre, decirle: “¡Ay Andresito mijo, como siempre, desde chamaco eres pura palabrería!”.

SEGUNDO ACTO

De repente, la oscuridad se hizo silencio. Y desde una altura de tres metros apareció una vela suspendida en el aire, acompañada por esta voz de mujer: Andrés Manuel, olvidaste celebrar a las madres perjudicadas por tu decisión de cerrar las estancias infantiles en el país.

Segunda vela, misma altura y voz, en otro espacio: Andrés Manuel, olvidaste celebrar a las madres de los niños que murieron por tu decisión de no abastecerlos con los medicamentos oncológicos para tratar su cáncer.

Tercera vela, misma altura y voz en otro espacio: Andrés Manuel, olvidaste celebrar a las madres de hombres, mujeres y niños que murieron por tu decisión de abrazar y no combatir al crimen organizado.

Los mariachis miraban absortos; los periodistas paleros asustados, rezaban contritos, lagrimeaban o tenían problemas para controlar sus esfínteres. El resto de reporteros filmaban el evento con su celular. Mientras, López Obrador abrazaba el ramo de flores como escudo protector y dejaba de pensar en Manuelita para no incomodarse.

Cuarta vela, misma altura y voz en otro espacio: Andrés Manuel, olvidaste celebrar a las madres de mujeres que murieron de manera violenta por razones de género, por no protegerlas tú, desde la fuerza del Estado.

Quinta vela, misma altura y voz en otro espacio: Andrés Manuel, olvidaste celebrar a las madres de mujeres adultas, jóvenes, niñas y niños que son desaparecidos y tragados por las redes de trata vinculadas al crimen organizado, ante tu pasividad.

Sexta vela, misma altura y voz en otro lugar: Andrés Manuel, olvidaste celebrar a las madres que tienen un familiar desaparecido y que luchan a costa de sus vidas para encontrarlo, ante tu indiferencia permanente.

En ese momento, el espacio de La Mañanera estaba cubierto, a tres metros de altura, por seis velas encendidas con flama rabiosa y esperanzada, en silencio; de repente, la voz de detrás de cada vela, al unísono, empezó a recordarle a Andrés Manuel de su palabrería demagógica y, sobre todo, de su olvido por la mujer que ha parido a nuestra nación.

La misma voz multiplicada por seis fue creciendo de volumen hasta convertirse en un clamor colectivo insoportable para Andrés Manuel. Quien encogido, abrazaba con tal fuerza el ramo de flores, del que solo restaban sus tallos y el envoltorio de papel rosado humedecido por el sudor nervioso de sus manos.

TERCER ACTO

“Un guijarro, uno solo, el más bajo de todos, controla a todo el médano aciago y faraónico” (César Vallejo).

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