Lección de humanidad: Una historia de Navidad ocurrida en Saltillo
COMPARTIR
Dedico con profundo agradecimiento este artículo a Felipe Rodríguez Maldonado, maravilloso ser humano, mi editor en nuestro periódico VANGUARDIA por muchos años, quien me dejó grandes enseñanzas, entre ellas dimensionar y comprender el más bello aspecto humano del periodismo. Descanse en paz.
Una mañana de diciembre, de este diciembre. Jirones de frío comenzaban a soplar, el día apareció con niebla que poco a poco se volvió más densa hasta convertirse en neblina. Las amigas se reúnen, como cada año, para celebrar la amistad.
TE PUEDE INTERESAR: Unión de voluntades por una causa común: el espíritu que alimenta la Navidad
El punto es un restaurante que, curiosamente, ese día operaba sin luz. Era extraño, pues en su nombre había una sugerencia de sombras, pero nadie parecía preocuparse por la ausencia casi total de iluminación. No había velas, pero los comensales colocaron su celular al centro de la mesa y resolvieron el tema de poder leer el menú y distinguir los rostros de sus compañeros.
De pronto, en medio de esa oscuridad, apareció desde la calle una niña de siete años. A sus espaldas, una mochila color rosa; de mesa en mesa se detuvo vendiendo dulces. Una compañera la miró con afecto y le preguntó su edad. Luego de ello, la invitó a sentarse y a que pidiera un desayuno. “¿Qué quieres de desayunar?”. La niña observó el plato de mi amiga y le preguntó a su vez: “¿Qué es eso que tiene usted?”. Mi amiga le contestó y observó que su platillo tenía picante.
Pidió algo especial para la niña y esta se sentó. Pasaron unos minutos, luego de que se le sirviera el desayuno, y la pequeña se dirigió a mi amiga: “Un momentito”. Fue lo único que dijo y se salió del restaurante.
Regresó con un niño en brazos de poco más de un año de edad. Lo sentó junto a ella, y se dispuso a comer y a compartir el desayuno.
La verídica historia, ocurrida en Saltillo, en el primer cuadro de la ciudad, nos hizo recordar escenas de la película “Radical”, de Eugenio Derbez, también basada en hechos reales, que muestran a una niña con enorme potencial, perteneciente al grupo de sexto grado de la escuela José Urbina López, en Matamoros, Tamaulipas.
La niña de la película, a la que el maestro protagonizado por Eugenio Derbez, le observa grandes dotes y la estimula al estudio, habrá de permanecer en casa, no asistir más a la escuela, pues su madre la obliga a quedarse a cuidar de sus hermanos pequeños.
“¿Quién va a cuidar del bebé y de tus hermanos, si tú vas a la universidad?”, le pregunta, palabras más, palabras menos. “Si en verdad quieres hacerlo, ya habrá un tiempo de que lo consigas cuando hayas crecido”.
Es desolador que mientras sus compañeros de clase están presentando el examen del sexto grado aplicado a nivel nacional, ella está al cuidado de sus pequeños hermanos, sin ninguna oportunidad a la vista de poder lograrlo en el futuro.
TE PUEDE INTERESAR: Aumentan detenciones de menores que viajan solos en la frontera con EU
Como en estas historias, una ocurrida hace años en Tamaulipas, la otra, apenas hace unos días en nuestra propia ciudad, el panorama para niños en estado vulnerable continúa lo mismo. Hace unos años, otra niña que vendía dulces también de restaurante en restaurante, de pronto se convirtió en una adolescente que seguía en la misma actividad.
Pongamos la mirada en los niños en situación de vulnerabilidad. Lo que corresponde hacer a las instituciones y lo que emprenda la ciudadanía será esperanzador para quienes no la tienen nada fácil en un mundo que corre a toda prisa y los va dejando atrás, cada vez en mayor indefensión y frente a potenciales y peligrosos riesgos.
Que las buenas acciones cundan, como la de mi amiga a quien hago honor en este trabajo.