Lo ordinario es lo más extraordinario
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Esta noche la luna brilla sobre la Parroquia de San Miguel de Allende. En el Jardín hay una guerra de mariachis, cuatro conjuntos turnándose mientras turistas y locales cantan y bailan, o bien toman un mezcal en el bar de la esquina. ¿Te has dado cuenta de lo extraordinario que puede llegar a ser lo ordinario? Mi vida siempre me ha parecido ordinaria. Es mi vida. La conozco y no tiene nada de especial. Oh, pero si tomo un momento y miro esa luna que tengo frente a mí, lo ordinario se pinta de tonos espectaculares e inesperados, no porque no los había visto, sino porque no los había dimensionado.
Mira tu vida. Contempla tus experiencias, a las personas que conoces, las habilidades que has desarrollado, los lugares que has visitado, el lugar donde vives, la historia que tienen tus pertenencias, en lo que te has especializado. Mira los años que has vivido. ¿Cómo era el mundo cuando eras pequeño? ¿Cómo ha cambiado ese mundo?
No niego que la vida es difícil, que exige esfuerzo, y que hay momentos en que renegamos, y con razón. A veces esos mismos momentos llegan a ser parte de lo extraordinario de una vida ordinaria. No sé, algo cliché como que lo que hemos superado da un sabor especial a todo lo demás.
Mis amigos insistían en que necesitaba unas vacaciones. Los colores de la vida cambian con el cambio de paisaje. Volveré a ver la misma luna en dos días desde la terraza de mi casa, y seguramente conservará algo del tornasol de piedra luna que la vida, mi vida, adquirió hoy, por un momento, por un rato, por el tiempo que sea. Lo ordinario es lo más extraordinario.