Loca Academia de la Lengua
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La docta corporación se empecinó durante mucho tiempo, con gachupín tesón, en escribir con jota la palabra ‘México’ y sus derivados
En 1974 sucedió un acontecimiento extraordinario en el que casi nadie reparó. Por primera vez apareció en el Diccionario de la Real Academia Española el vocablo “saltillense”. Salió muy a duras penas, en el suplemento o apéndice del lexicón, pero ya quedó registrado el gentilicio de nuestra ciudad. La definición decía así “Saltillense. adj. Natural de Saltillo, capital del Estado mejicano de Coahuila. Ú.t.c.s. (Eso quiere decir “Úsase también como sustantivo”). 2. Perteneciente o relativo a dicha capital”.
En las sucesivas ediciones del diccionario siguió apareciendo la palabra, y desapareció ya el único inconveniente que su definición tenía: la docta corporación se empecinó durante mucho tiempo, con gachupín tesón, en escribir con jota la palabra “México” y sus derivados. Así la usaba don Alfonso Junco, motivo por el cual –justa vindicta– yo escribía su apellido con equis, y ponía en mis columnas al referirme a él: “don Alfonso Xunco”. Otro ilustre lexicógrafo, don Francisco J. Santamaría, también escribía “Méjico”. Pero don Pancho tenía otras rarezas, tales como negar la existencia de la letra ye. Él habría escrito: “Méjico lindo i querido”.
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Me pregunto si los académicos mexicanos compartían entonces el criterio de sus colegas españoles. Si no, debieron emprender una cruzada para evitar que la Academia ibérica siguiera incurriendo en esa irritante imposición, y pretendiera enseñarnos cómo debíamos escribir el nombre de nuestro país.
El lema de la Real Academia de la Lengua es: “Limpia, fija y da esplendor”. Referido a la lengua, ese eslogan lo usó también la brillantina Glostora en su publicidad. Pues bien: la palabra “México” es más limpia, tiene mayor fijeza y se ve más espléndida –por la hermosa equis– que el voquible “Méjico”, tan ajeno a nosotros. Alguien le preguntó a don Ramón María del Valle Inclán, insigne escritor español, por qué había venido a nuestro país, en su tiempo –como en el nuestro– tan violento. Contestó el señor de las barbas de chivo:
–Porque México se escribe con equis.
En otra parte muy poco conocida aparece el nombre de Saltillo. Nuestra ciudad es mencionada en el texto original de la canción “El Siete Leguas”, de Graciela Olmos, llamada “La Bandida”. Ella puso en su corrido una estrofa que ahora ya no se canta:
Vuela, vuela, palomita,
pa’ los llanos de Saltillo.
Anda y dile a Pancho Villa
que lo sigue el enemigo.
Vuela, vuela, palomita,
pa’ los llanos de Saltillo.