Los caprichos de la Araña

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En la frontera de Nuevo Laredo la justicia compite con la ley de la selva
En el ambulatorio dos lo conocen. Nadie escapa de las bromas ni del chascarrillo de doble sentido. Pesa sobre su humanidad 80 años de condena. De existir la reencarnación estará tras las rejas.
Quien tiene la fortuna de todo desconoce la carestía. En la frontera de Nuevo Laredo la justicia compite con la ley de la selva.
Todas las tardes en el bordo. Ver cruzar a los migrantes. Algunos escapan de las fieras garras de la migra. Atesoran el poco aliento. Cubierta la cuota de presos. La Araña experto en robo tipo jaulazo, cristalazo y graduado con honores en la academia del sicariato.
Uniforme pulcro deportivo. Pants grises sin arrugas. Camiseta blanca y tenis. En las venas de la frente saltan emociones. Maestro en el arte de la obediencia ciega. Ríe con las leyendas de la persona.
Eso dicen. No creas todo. Le ponen de la cosecha.
La Araña continúa buscando, con el apremio de los abogados, algún error de procedimiento judicial. Evita al custodio Jorge pega fuerte. Los internos ya le cantaron el tiro al elemento del centro de readaptación social.
Hace falta el padrino. Desde dentro obedecen. Tarde o temprano va a caer en el pago por evento.
A eso le llaman interceptar el camión de transporte carcelario. Amartillar las armas de alto poder. No le queda de otra al conductor. Abre la puerta. Subirán tres o cuatro de la cedula delictiva.
Lo reconocerán. Levantado sin rastro. Ni siquiera sus huesos en los crematorios. Disuelto en químicos corrosivos
Pistoleros famosos, mueren y matan por ser hombres, no por ser bandidos.