Los datos del primer trimestre en México

Opinión
/ 3 mayo 2024

Esta semana se dio el dato del indicador trimestral adelantado del Producto Interno Bruto que arrojó un resultado positivo de 0.2 por ciento. Poco, pero se creció y ya van diez trimestres de crecimiento consecutivo del indicador, aunque con cifras que son realmente bajas. El mismo indicador del trimestre anterior (cuarto trimestre de 2023) fue de 0.1 por ciento, lo que confirma que el ritmo de crecimiento del país está ralentizado, sembrando dudas respecto a lo que podría pasar hacia el cierre del año, donde los más optimistas esperan un crecimiento por arriba del 3 por ciento, mientras que los menos sostienen que apenas se alcanzará un 2 por ciento de incremento del PIB.

No cabe duda que hay un debilitamiento del aparato económico nacional, pues lo que lo sostuvo es que tenemos “más” gasto público. Ni el consumo ni la inversión han sido capaces de inyectar algo de crecimiento, a pesar de todo lo que se dice del nearshoring.

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Con base en lo anterior, es claro que el gobierno federal está gastando más, principalmente en programas sociales y un poco más de inversión. El déficit público se está estimando en 5.9 por ciento del PIB, más bajo de lo previsto para este primer semestre. Sin embargo, no hay que olvidar que México tendrá en realidad dos periodos económicos divididos principalmente por las elecciones. El primer semestre del año será de mucho mayor crecimiento, y eso lo podemos suponer porque tanto el gasto público como el propio gasto político se darán en gran medida en los primeros seis meses por obvias razones. Se echará “toda la carne al asador” por parte del partido en el poder para apoyar a su candidata y eso tiene consecuencias en el circulante y desde luego en el consumo.

Hay que recordar que se adelantaron los pagos de los programas sociales, por lo que hay una sensación de alto poder de consumo entre la población de menores recursos. Para el segundo semestre, la realidad será totalmente diferente y si la trayectoria económica no cambia, podremos estar hablando de un PIB menor al 2 por ciento. Mi pronóstico es que apenas rondaremos ese 2 por ciento con tendencia a que sea un poco menor por los resultados económicos que estamos teniendo hasta el momento.

La segunda parte del año se caracterizará, como siempre ha sucedido después de una elección sin grandes problemas, por una actividad económica menor en lo que la efervescencia política se diluye. Esto traerá como consecuencia que el tercer trimestre del año sea también de bajo crecimiento y hacia el final del año tampoco habrá mucho que decir por el propio cambio de gobierno donde habrá una transferencia de las firmas en los bancos para hacer que el dinero gubernamental se mueva. La nueva presidenta o presidente tomará posesión el 1° de octubre y en lo que empieza a canalizar lo poco de recursos que quede del cuarto trimestre, veremos muy poca inversión y una economía que crecerá poco, porque no hay factores que nos lleven a ver un panorama diferente. Ni el gobierno podrá gastar por las restricciones de la política ni el sector privado tomará riesgos hasta que no haya claridad en las políticas económicas y fiscales del nuevo gobierno.

A pesar de que el tipo de cambio ha estado en un sube y baja muy marcado en las últimas dos semanas, vemos un panorama de cierta estabilidad. En lo más alto de la cotización el dólar ha llegado a 16 pesos con 30 centavos y en lo más bajo a 17 pesos con 38 centavos y hoy cerró en 17 pesos con 10 centavos, mostrando que a pesar de las permutas que pudiera haber en la cotización, el tipo de cambio ha estado “estable” alrededor de los 17 pesos. A pesar de los conflictos internacionales, México se ha mantenido económicamente fuerte. Los préstamos recientes requeridos para completar el presupuesto de este año han reducido un poco el margen de maniobra del gobierno federal para el siguiente, aunque aún hay oportunidad para pedir prestado. Sin embargo, para los analistas económicos, esta estabilidad cambiaria se está financiando con una alta tasa de interés y desde luego, con su diferencial respecto a la tasa norteamericana, siendo ésta exactamente del doble de México con respecto a Estados Unidos (11 por ciento contra 5.5 por ciento). En consecuencia, una parte importante de los réditos pagados se está yendo al exterior.

La inflación sigue estancada y no sube, pero tampoco baja, por lo que estaremos en un periodo más largo de lo pronosticado con tasas altas de interés. Un 9 por ciento en diciembre, ya luce fuera de toda posibilidad, como se mencionó en los criterios generales de política económica para este 2023. A pesar de todo el esfuerzo del Banco de México y su excelente manejo de este asunto, factores internacionales nos siguen afectando. Los conflictos geopolíticos en medio oriente interrumpen las cadenas de suministro en las economías globales. Pronto empezarán nuevos aumentos de precios en productos con componentes internacionales que pasen en su logística por el canal de Suez. Para colmo, las remesas internacionales tuvieron por primera vez en cuatro años a nivel interanual un retroceso, lo que implica que estamos recibiendo menos dólares, lo que a su vez incidirá en el tipo de cambio. Para el segundo semestre del año, la inflación podría volver a subir si no hay un manejo adecuado del riesgo financiero impulsado por las elecciones ahora de Estados Unidos, donde la migración que pasa por México será un tema de crítica entre candidatos republicanos y demócratas.

Lo que los datos nos dicen hasta ahora, en este breve recuento, es que estamos estancados en una economía que ya no tiene potencial para crecer en lo que resta del año. Los datos sugieren que la manufactura ha perdido impulso y que son el comercio y los servicios el motor económico en la actualidad, aunque ambos no tienen potencial para generar exportaciones, lo que sí tiene el sector de la manufactura. Si esto no cambia, el crecimiento generado por el sector exportador se va a perder y habrá menos crecimiento que se traduce en menos empleo y en caída de los salarios reales. Hay estabilidad financiera a nivel macroeconómico, pero una debilidad de las finanzas públicas que puede pasarse al resto del sistema financiero (principalmente a la bolsa de valores) lo que generará problemas si el nuevo presidente o presidenta no lo toma en serio. Para colmo, a nivel mundial los conflictos internacionales están generando miedo en los inversionistas que están dejando de lado proyectos productivos de alto riesgo para simplemente guardar su dinero en los bancos, y para nuestra mala suerte, esta vez en los del extranjero. Al menos eso dicen los otros datos.

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