Los motivos del lobo: las razones de AMLO
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Estamos ante un fin de sexenio tumultuoso, potencialmente más devastador que los de Echeverría y López Portillo, pues el temible lobo, entre otros objetivos, busca desmantelar al Poder Judicial, la sobrerrepresentación del Congreso federal y la eliminación de los organismos autónomos para concentrar todo el poder. ¿Por qué lo hace AMLO?
Hay dos razones visibles —las del subconsciente no se ven—, su gran popularidad, superior al 60 por ciento, y estar convencido que los 35 millones de votos obtenidos por Claudia, son debido a él y en consecuencia, se sabe y siente dueño absoluto del país y, por lo tanto, su modelo de control político —que hasta ahora ha sido exitoso—, lo podrá prolongar de forma transexenal y, de paso, cuidarse las espaldas.
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Su modelo de control, y esto es importante entenderlo, no busca reducir la pobreza, el objetivo es mantener el poder, y para ello deben continuar repartiendo dinero, aunque éste cada vez rinda menos, y las familias tengan que gastar más en comida y medicinas, pero eso no importa, lo que cuenta es que la gente siga recibiendo la ayuda.
Si el objetivo fuese combatir la pobreza, se hubiera dejado vigente el exitoso programa iniciado en 1977 en el sexenio de Ernesto Zedillo, y que fue implementado por el reconocido economista Santiago Levy. Dicho programa, en un principio se llamó “Progresa”, después “Oportunidades”, y finalmente, antes de ser descontinuado por la 4T, “Prospera”.
Este fue el primer programa de apoyo en efectivo condicionado en el mundo, estando la ayuda sujeta a dos condiciones: que las familias mandaran a sus hijos a la escuela, y que asistieran con regularidad a checarse la salud, las madres de familia recibían el dinero.
En su primera etapa, los resultados fueron los siguientes: la pobreza se redujo un diez por ciento, la matrícula en secundaria creció a tasas de ocho y catorce por ciento para niños y niñas, respectivamente, y se abatió la tasa de enfermedades en los infantes en un 12 por ciento. Ante los resultados obtenidos, más de 12 países latinoamericanos, incluidos Brasil y Chile, lo adaptaron a sus condiciones. Empero eso no importó, el programa se tiró a la basura por ser incompatible con el modelo populista vigente en México.
Lo importante para el gobierno actual es seguir cosechando votos, y para eso seguirá repartiendo dinero, habiendo logrado una gran penetración en la sociedad, pues de los 35 millones de hogares existentes en nuestro país, cerca de 28 millones —el 80 por ciento— reciben al menos una forma de apoyo. En lo político y a corto plazo, el modelo de dominación se ve sólido, aunque hoy hace crisis en Venezuela.
Sin embargo, el gobierno de la 4T ya se gastó todo el dinero: primero fueron los fondos como el Fonden, luego los fideicomisos y las afores. ¿Qué sigue? Según Diego Valadés, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el siguiente objetivo es meterle mano a las reservas del Banco de México, que superan los 222 mil millones de dólares.
Para ello, señaló el reconocido abogado, en una entrevista de hace días con Adela Micha, habría que modificarse una línea del artículo 28 de la Constitución, y para cual requieren la mayoría calificada en el Congreso. Agradezco a un buen amigo haberme facilitado esta interesante y preocupante información.
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Aquí estarían los verdaderos e insaciables motivos del lobo; quiere más dinero, pero la economía se debilita, estimándose que este año el crecimiento del PIB será del 1.6 por ciento, y de aplicarse los recortes al déficit, anunciados para el año entrante por el secretario de Hacienda, y ante la incertidumbre de los inversionistas, se tiene el riesgo de una recesión, al tiempo que se compromete la vialidad del T-MEC.
En la versión de la 4T, “Caperucita Roja”, ya no es una hermosa y dulce niña; la criatura se ha transformado en los apetitosos fondos del Banco Central, próxima víctima de la codicia del hambriento y voraz lobo.