Los placeres de la carne
Pecados de la carne hay muchos, afortunadamente, y muy variados. De diez mandamientos que tiene el decálogo mosaico, dos, el sexto y el noveno, se refieren a esos pecados
–Acúsome, padre –se confesaba una beata–, de que cometí un pecado de la carne.
–¡Alabado sea el Santísimo! ¡Tú, que hiciste voto de pureza en el octavario de Santa María Goretti! ¿Qué pecado de carne cometiste, desdichada?
–Ayer viernes obligaba la abstinencia, y yo comí huevos con chorizo.
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Pecados de la carne hay muchos, afortunadamente, y muy variados. De diez mandamientos que tiene el decálogo mosaico, dos, el sexto y el noveno, se refieren a esos pecados. El 20 por ciento. No está mal. Una copla del siglo 17, posiblemente compuesta en Oaxaca, aludía a esos dos preceptos: “Si no se quita el noveno, / y el sexto no se rebaja, / ya podrá Diosito bueno / llenar su Cielo con paja”. Quería decir que casi todos pecamos en las regiones de la carne. Pocos escapan de eso. Afirma un dicho antiguo: “De la cintura para arriba todos somos buenos”. Para mí que el pecado original fue culpa cárnea. Por desgracia en nuestros tiempos ese pecado ya ha perdido toda su originalidad. Me dicen que hay un cuantioso premio para el que invente el octavo pecado capital.
Don Alejandro Casona, buen comediógrafo español, jamás había parado mientes en cosas de cocina; era parco y austero en plato y copa. Empezó a comer y a beber bien cuando frisaba ya en los 50 años de su edad.
–Me estoy preparando –explicaba– para el tiempo en que será la gula el único pecado de la carne que podré cometer.
Sabrosa es la carne, ciertamente, en todas sus manifestaciones. La carne codicia a veces contra el espíritu, eso es cierto, pero el espíritu es más benévolo y paciente que la carne, y puede esperar. Cuando tocan a carne no hay quien no corra, a menos que sea un San Antonio. Cierto sujeto era padre ya de 15 hijos. La trabajadora social le dijo que cuando le vinieran las ganas pensara que ya tenía 15 bocas que alimentar.
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–Señorita –respondió el prolífero señor–, cuando me vienen las ganas me siento capaz de alimentar a toda la República Mexicana.
Tenía razón en esa sinrazón. Una leyenda apócrifa asegura que el Creador le dijo a Adán:
–Te tengo dos noticias, una buena y una mala. La buena es que te voy a dar dos partes muy importantes: el cerebro y otra. La mala es que no te podrán funcionar las dos al mismo tiempo.
Hay que escoger, es cierto. El problema es que llegado el caso casi todos escogemos lo mismo. Decía Woody Allen: “¡Qué maravilla es el cerebro! Es mi segundo órgano favorito”.