Los pobres de López Obrador

Opinión
/ 24 abril 2024

Don Algón invitó a cenar a una linda chica. Al final del condumio se le antojó un café. Le preguntó a su acompañante: “¿Qué te parecería un express, chula?”. Replicó la muchacha: “No sabía que tiene usted prisa”... El león andaba en campaña para ser reelecto como Rey de la Selva. Buscó al changuito para obtener su apoyo, pero el mico, temeroso, subió a lo alto de una palmera. “Baja, changuito –le pidió el felino–. Quiero pedirte tu voto”. “No –respondió el mono–. Me devorarás”. “Te juro que no te haré daño –le aseguró el león–. Y como prueba me pondré un bozal”. Así lo hizo; pero ni por eso bajó el changuito. Razonó: “Podrías atacarme con tus garras”. “Me ataré las cuatro patas con fuertes ligaduras –sugirió la fiera–. Así estarás tranquilo”. En efecto, se amarró en tal forma que quedó inmovilizado. Bajó entonces de la palmera el mono y se acercó temblando al feroz animal. “¿Por qué tiemblas? –le preguntó éste–. Ni siquiera puedo moverme. ¿A qué se debe tu nerviosidad?”. Respondió el changuito: “Es que es la primera vez que voy a despacharme a un león”. (Y para colmo parece que no votó por él)... Hay muchas cosas que escapan a mi comprensión. La regla de tres simple, por ejemplo. (Y la compuesta más). O por qué la película “Citizen Kane”, de Orson Welles, es considerada la mejor en la historia del cine. A mí me parecen superiores “Singin’ in the rain”, con Gene Kelly, Debbie Reynolds y Donald O’Connor; “Gaslight”, con Ingrid Bergman, Charles Boyer y Joseph Cotten; y “Sons of the Desert”, de Laurel y Hardy, o sean El Gordo y El Flaco. Tampoco entiendo la fenomenología de Husserl y “El cementerio marino”, de Paul Valéry. No me explico, sobre todo, por qué López Obrador dice: “Primero los pobres” y luego gasta miles y miles de millones de pesos en obras para los ricos, como el Aeropuerto “Felipe Ángeles” –los pobres no viajan en jet– o el Tren Maya, cuyo boleto más barato cuesta lo que un pobre no puede pagar. En fin, tanto le gustan a López Obrador los pobres que en estos seis años ha hecho más... Naufragó un barco. Un pasajero y una bella pasajera se salvaron y fueron a dar a una isla desierta. La hermosa mujer se echó a llorar desconsoladamente. “Estamos perdidos –gimió llena de aflicción–. Aquí no hay agua, comida ni tiendas de ropa. Nadie nos buscará en esta roca alejada de todo en medio de la inmensidad del océano”. El hombre le dijo, mohíno: “Puedes estar tranquila. Mi esposa no tardará en encontrarnos”... Loretela le contó a Susiflor: “Mi novio me pone la mano en la rodilla”. Acotó Susiflor: “El mío tiene aspiraciones más altas”... La trabajadora social le pidió a la mujer que solicitaba la ayuda de la beneficencia pública: “Hábleme de los ingresos de su esposo”. Le informó la solicitante: “Martes y sábados de 9 a 9:15 de la noche”. Metódico el sujeto. Alguien debe decirle que la rutina es enemiga del romanticismo. Haga como el tipo que gustaba de sorprender a su señora. “Nada menos ayer –le comentó a un amigo– se agachó para sacar algo del congelador, y en ese mismo momento le hice el amor apasionadamente”. Preguntó el otro: “Y eso ¿le gustó a ella?”. “A ella sí –respondió el tipo–, pero a los del súper no”. (También debe aprender ese individuo que hay un lugar para cada cosa, y un momento para poner cada cosa en su lugar)... La atractiva mujer se resistía al asedio del galán. “No estamos casados” –le decía–. “Soy juez de paz –mintió el cachondo tipo–. Diré la fórmula del matrimonio”. Y pronunció unas palabras ininteligibles. Preguntó la dama: “¿Ya somos marido y mujer?”. Le aseguró el sujeto: “Sí”. Y dijo ella: “Entonces hoy no. Me duele la cabeza”... FIN.

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