Mantengamos viva la democracia: los peligros son latentes en México y el mundo

Opinión
/ 10 septiembre 2023

La democracia es un concepto multidimensional y complejo que normalmente suele ser reducido a una forma de gobierno en la que la mayoría de la ciudadanía, de manera libre, elige periódicamente a sus gobernantes y representantes a través del voto. Y sí, es innegable que los procesos electorales constituyen uno de los pilares de la democracia; no obstante, quedarse con esa definición sería ignorar otras de sus propiedades más significativas.

Desde un punto de vista integral, hoy en día no es posible concebir a la democracia sin derechos humanos, sin la participación ciudadana, sin el respeto a la pluralidad y sin dejar que la voluntad de la mayoría sobrepase los derechos de las minorías y grupos en situación de vulnerabilidad. Asimismo, es imposible hablar de un sistema democrático sin la presencia de una auténtica división de poderes y de la presencia de instituciones fuertes que promuevan y protejan la democracia.

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En ese sentido, tomando en consideración el concepto integral anteriormente descrito, tal vez sería posible afirmar que la democracia a nivel global se enfrenta a múltiples retos, mismos que se manifiestan de distintas formas, en diferentes latitudes del mundo. En el 2018, los politólogos estadounidenses Levitsky y Ziblatt publicaron el libro “Cómo Mueren las Democracias” con el objetivo de identificar ciertos patrones de conductas que atentan contra la integridad y estabilidad de los sistemas democráticos. Si bien es cierto, la obra se enfocó en analizar el caso de la decadencia democrática en Estados Unidos bajo la administración del expresidente Donald Trump, también nos ilustra los síntomas y consecuencias del ocaso democrático en distintos países.

Cinco años más tarde, resulta sorprendente ver que a aquella lista de ejemplos debemos de sumar unos cuantos más. Nuevos escenarios han surgido y ponen de manifiesto que las democracias continúan en peligro latente. La invasión rusa a Ucrania; la consolidación de regímenes autoritarios bajo el mandato de presidentes como Nayib Bukele en El Salvador y de Daniel Ortega en Nicaragua; la inestabilidad del sistema político en Perú; la amenaza del debilitamiento e independencia del poder judicial en Israel; la erosión de los valores comunitarios europeos en Hungría y Polonia; así como el retroceso de los derechos de grupos en situación de vulnerabilidad y grupos minoritarios en Estados Unidos, son sólo algunos de los retos contra los que lucha la democracia.

Si analizamos a profundidad los casos concretos, podremos encontrar ciertos elementos comunes que ponen de manifiesto las tendencias preocupantes respecto la democracia: la poca o nula aceptación y respeto de las normas democráticas, el ataque a las instituciones, el ascenso del autoritarismo, la polarización y la división de la sociedad, la efervescencia de los discursos de odio, los ataques a los derechos humanos y la desinformación y manipulación de la ciudadanía, pero sobre todo, el ascenso al poder de líderes políticos que representan una amenaza para los principios democráticos.

Y, ¿qué hay de México? Bueno, aunque el Estado mexicano se ha logrado instituir a nivel internacional como un Estado de Derecho, con un andamiaje jurídico e institucional sólido, que promueve y defiende a la democracia, la realidad es que también es posible situarle dentro de algunas de las tendencias que debilitan la democracia.

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Así, en el contexto global, la democracia enfrenta numerosos desafíos. La experiencia comparada de otros países nos brinda lecciones valiosas sobre cómo abordar estos desafíos. Además, constituye una herramienta para guiar nuestras acciones y fortalecer la democracia en el ámbito local.

El espíritu y la base de la democracia es el pueblo. En consecuencia, el deber de cuidado de esta recae en todas las personas. Seguramente la lista de peligros a la democracia puede continuar, nuevos peligros podrán surgir y los antiguos transformarse. No obstante, reside en nosotras y nosotros la capacidad de atenuarlos o, inclusive, eliminarlos.

Debemos de ser capaces de comprender el concepto integral de la democracia y admirar su valor. Aprendamos a escuchar los gritos de las experiencias de otros países para no cometer los mismos errores. Y lo más importante, vivamos la democracia día con día, sólo así podremos mantenerla viva.

El autor es auxiliar de investigación del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia Interamericana de Derechos Humanos

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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