México, entre el elefante y el dragón

Bueno. Todo se debe a que estamos “engringados y enchinados”.

Esa doble adjetivación es usada por interlocutor agudo en la observación.

Se refiere a dar una calificación y nominación a la pandemia económica subrepticia nacional. Estamos entre el trompudo elefante republicano y el encendido dragón de ojos rasgados. Moretones por golpes de trompa y quemaduras por fogueantes eructos draconianos.

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Todo por no ser suficientes y ser afectados por el malinchismo hereditario que nos ha llevado a un consumismo extranjerista, regateador. Pagamos lo caro de lo barato oriental y nos imanta lo transpontino, lo chiveado, lo del otro lado y hasta lo contrabandeado.

CONSUMISMO CÓMPLICE

El consumidor comodino aplaude la llegada, desde el norte a domicilio, de cajas de cartón, nuevecitas y bien selladas, de artículos que hubiera podido encontrar en centros comerciales de su localidad.

O se va a comprar, a la tienda chinesca, el bello sacudidor de color reluciente. Sólo le sirve una semana y le deja en la mano sólo el mango de agarre y, en el suelo, un desplumadero fenomenal.

Eso de “desengringarse” y “desenchinarse” son verbos de difícil conjugación para el público consumista por adicción.

Prefiere la chancla china que el zapato de piel, artesanalmente fabricado en León, Guanajuato. Ya las telas de acá se quedan atrás por la “invasión” de llamativos atuendos “made in China”.

SEMÁFORO EN ROJO

Ya por eso desde EU le están poniendo semáforo marca Trump, en rojo, a la marea de paquetes que vuelan y navegan hacia acá, desde las Lagunillas y los Tepitos de allá.

Vienen miles de imágenes falsificadas de vírgenes de Guadalupe que no son morenas y no tienen inclinada la cabeza, sino que ven de frente; pero eso sí, con un resplandor impresionante.

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PEREGRINOS DE ESPERANZA

Hacia la victoria sobre la muerte.

Ya está realizada en el Hijo de Dios glorificado, redentor del hombre. Se trata de caminar juntos, llamados a la conversión, superando el confort paralizador. Como artesanos de unidad, sin desviarse ni dejar de avanzar.

Ir todos en la misma dirección, escuchándonos unos a otros. Abandonando lo autorreferencial. En una actitud de acogida, en constante conversión a la total solidaridad. Impulsados por el amor divino incondicional, nos hacemos imparables en nuestra marcha hacia la plena y generosa fraternidad. Una mujer maternal dice a los peregrinos, señalando a su Hijo: “Hagan lo que Él les diga”...

TÉ CON FE

-¿Y cuál es el arancel que pagamos por ser importados a la vida?

-Es simple: el arancel de ser servidores, de la Creación y de la Humanidad, a tiempo completo, permaneciendo en la verdad y con amor universal, desde todos nuestros momentos presentes.

Hay muchos que no pagan esa tarifa y viven como contrabando humano, si no llegan a tener conversión...