México-Estados Unidos, ¿nueva relación?

Opinión
/ 11 noviembre 2024

En el primer periodo presidencial de Donald Trump, la relación de Estados Unidos con México fue ambigua. En términos económicos aumentó el intercambio comercial ubicando a nuestro país entre el primer y segundo socio comercial de la vecina nación, se incrementó la inversión extranjera directa en mayor medida de ese país, así como la operatividad relativamente exitosa del nuevo tratado T-MEC.

Por otra parte, si bien la relación política no fue del todo tersa, por lo menos se activaron los mecanismos diplomáticos que se reflejaron en el respeto a las posiciones divergentes ante situaciones específicas, por ejemplo, la defensa de Cuba frente al bloqueo económico y la cercanía con gobiernos de centro-izquierda en Latinoamérica, o la relación expansión del capital chino en el mundo.

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Ante las promesas de la primera campaña del republicano (año 2017), la situación se tornó complicada en dos temas: migración de origen centroamericano, del caribe, de Venezuela y Colombia, lo que implicó operar mecanismos complicados de contención, generándose permisos de tránsito y de trabajo temporal en territorio mexicano; el otro asunto fue la expansión de inversiones directas e indirectas de China en el subcontinente latinoamericano y, específicamente, en nuestro país, lo cual requirió de diplomacia en materia económica, cuyos resultados fueron aceptables.

El triunfo de la derecha en las elecciones del pasado 5 de noviembre en la Unión Americana tiene varias aristas, como el alejamiento del gobierno demócrata de Joe Biden respecto a las clases populares, mientras se gastan miles de millones de dólares en apoyo a Ucrania en la guerra con Rusia y a Israel en el genocidio contra los palestinos, entre otras causas. Pero, sobre todo, la mayoría de la sociedad gringa asimiló el discurso nacionalista identitario de supremacía global, perspectiva ampliamente cuestionada.

La estridencia del candidato republicano fue una convocatoria al nacionalismo estadounidense, tal cual fue en su primera elección, y en lo que respecta a México, con amenazas de deportación masiva de paisanos y la aplicación arancelaria si no se detiene el fenómeno migratorio desde suelo mexicano en la frontera de 3 mil 169 kilómetros.

En la relación económica, el chantaje del presidente electo se ha centrado en la revisión del tratado comercial, para forzar el retorno a su país de empresas estadounidenses instaladas en nuestro territorio, incluido en esto la presión de verificar reglas de origen en producción, para evitar la incursión del capital asiático en su área cercana de influencia.

Sin embargo, más que confrontación, hay temas ineludibles de cooperación en la relación México-Estados Unidos, como que el 70 por ciento de trabajadores migrantes en el sector agrícola del vecino país (más de un millón ilegales, 44 por ciento), o la interacción e interrelación de cadenas de valor productivas y distributivas entre las dos naciones, porque nuestro país es el primero o segundo socio comercial de la economía norteña; inclusive, en el ámbito político, el papel de intermediación e interlocución que ha operado el gobierno mexicano entre el gigante americano y países latinoamericanos.

No será fácil la comunicación y los acuerdos con la próxima administración republicana, sin embargo, se percibe que las intimidaciones han sido parte del discurso electoral. En los años de su gobierno anterior, 2017-2021, respecto a México Trump no cumplió a cabalidad sus promesas de campaña, de igual manera sucederá en su próximo periodo de gestión.

La derecha mexicana -mediática, política y académica- se frota las manos para que se generen contradicciones entre los dos gobiernos, incluida la reforma judicial ya en curso que, supuestamente, atenta contra el acuerdo comercial.

Como ya sucedió en el sexenio pasado, los equipos de diplomacia y en economía de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, deberán orientar negociaciones con estrategias de beneficio mutuo, aprovechando aspectos de complementariedad de los dos países. ¿Será una nueva relación entre dos gobiernos recientemente electos? No, será más de lo mismo.

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