México: Vivir en la anarcotiranía

Opinión
/ 10 noviembre 2024

Un par de definiciones y sinónimos de palabras que nos ayudarán a dar contexto. “Ausencia de poder público”; “desorden, caos, confusión, desgobierno”. Definición y sinónimos de la palabra anarquía según la Real Academia Española. “Abuso o imposición en grado extraordinario de cualquier poder, fuerza o superioridad”; “autoritarismo, despotismo, opresión, imposición”. Definición y sinónimos de la palabra tiranía. Palabras que, sin duda, tienen connotaciones negativas.

Hablar de anarquía suena, en el mejor de los casos, a nombre de una banda de rock pesado o una agrupación estudiantil calibre “Mosch”, o a desorden y desastre total, en el peor. Lo mismo con tiranía; no sé bajo qué contexto o definición expandida podríamos encontrar algo positivo ni en la forma como suena tiranía.

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El primer tirano que muchos conocieron fue el “bully” de la primaria (recuerdo al menos dos de ellos), tal vez ya reformado para estas alturas. Pero si le preguntas a Google o a la IA quién es un tirano famoso, en menos de un segundo arroja nombres como Stalin, Hitler, Amin, Gadafi, Pol Pot, Mao. Entonces, supongo que estaremos de acuerdo en que no suena nada romántico o emocionante, para la gran mayoría de nosotros, vivir en una anarquía o en una tiranía.

Bueno, pues les cuento acerca del escritor americano, nacionalista blanco y de extrema derecha, Samuel T. Francis (el señor estaría feliz con MAGA y hasta podría ser precursor de esas ideas), quien cobró cierta fama en los años noventa. Fue quien acuñó el término “anarcho-tyranny” (anarcotiranía) como una crítica al gobierno estadounidense, pero que muy bien pudiera aplicar a prácticamente cualquiera de los gobiernos mexicanos (y de muchos países en vías de desarrollo) de los últimos 40 años.

Para Sam Francis la anarcotiranía se hace presente en un país cuando el gobierno en turno regula de manera tiránica u opresiva las vidas de los ciudadanos comunes, pero al mismo tiempo no es capaz o no quiere respetar y hacer respetar las leyes. El gobierno es, simultáneamente, incapaz de hacer valer la ley y contener el comportamiento de criminales, pero es extremadamente opresivo y duro con ciudadanos que cumplen con la ley. La crítica implica que el gobierno no mantiene el orden, pero sí regula y controla las vidas de los ciudadanos ordinarios.

Quienes dicen que guardarán y harán guardar la Constitución y las leyes, pareciera que entienden por “guardar” el meterlas a un cajón y hacer como que no existen. Así, el aparato de gobierno se desvive por perseguir y hacerle la vida imposible a infractores menores, mientras los peces gordos, ya sean del crimen organizado, de cuello blanco o corruptos del sector público, hacen y deshacen como si fueran invisibles. Un ejemplo reciente, y triste, podría ser la reacción y enojo del Gobierno por el secuestro de un narcotraficante, pero no inmutarse ante la inseguridad y violencia que viven muchos ciudadanos promedio a lo largo y ancho del país.

Y no se trata únicamente de aplicar el término para temas de seguridad o policiacos. La burocracia y las dificultades que el aparato de gobierno, en todos sus niveles y poderes, siembra para el ciudadano común son una muestra más de cómo ese aparato se voltea en contra de sus ciudadanos comunes para hacerles la vida de cuadritos, mientras las reglas no aplican a quienes viven fuera de la ley o a quienes cobran favores del gobierno. Convenientemente el Estado ejerce toda su fuerza y peso contra el mexicano promedio, como haría una tiranía, mientras finge demencia, ceguera o ignorancia cuando se trata de poner orden a quienes infringen grotesca y regularmente la ley, como sería en una anarquía. Pudiera parecer una exageración, especialmente cuando hablamos de esas dos palabras que se asocian a cosas tan malas, pero no está de más hacer el punto con la idea acuñada por Sam Francis hace más de 30 años.

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Alguien dirá que no es razonable tratar de aplicar el término a la realidad que vive México, pero les pido consideren los siguientes elementos que describen a una anarcotiranía: 1) Se hace cumplir la ley de manera selectiva. Los criminales nunca o rara vez son llamados a cuentas; los ciudadanos padecen regulaciones excesivas y penas por infracciones menores. 2) Exceso de burocracia. Las agencias de gobierno tienen poder excesivo e imponen demasiadas regulaciones y restricciones en la vida cotidiana. Estas regulaciones afectan especialmente a los ciudadanos cumplidos (trata de pedir una factura), pero no reducen conductas criminales (factureros). 3) Las libertades civiles se erosionan. Con la excusa de poner orden y guardar la seguridad, el estado reduce la libertad del ciudadano normal (retenes o filtros que nunca detienen a los malos, sólo incomodan al ciudadano promedio).

4) Mal uso de recursos que se enfocan en regulaciones o en objetivos que son políticamente motivados y no atienden la criminalidad. 5) Falta de confianza y desilusión. Cuando el cumplimiento de la ley se percibe inconsistente e injusto y no se protege al ciudadano, se pierde la confianza en el gobierno, impera la desilusión y la frustración. Los ejemplos en México están en todos lados. El capitalismo de cuates es una forma de tiranía, la falta de atención a las leyes de competencia es una forma de anarquía. Las concesiones, los retenes, los trámites, el policía mordelón, el funcionario coludido, los culpables fabricados, el criminal protegido... la lista es larga y triste.

@josedenigris

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