Miguel Ángel Riquelme:
Cuarto Informe de Gobierno

Opinión
/ 30 noviembre 2021

Valdría la pena que lo que veamos hoy en el Congreso de Coahuila sea un ejercicio de responsabilidad pública que se traduzca en la recreación de un diálogo serio entre poderes

El titular del Poder Ejecutivo Estatal, Miguel Ángel Riquelme Solís, presentará hoy ante el Poder Legislativo de Coahuila su Cuarto Informe de Gobierno, justo
al cumplirse dos tercios del periodo gubernamental para el cual fue electo.

El acto forma parte de las obligaciones legales de todo gobernante y se inscribe en la noción más relevante de la relación entre estos y los gobernados: la de rendir cuentas. En este sentido, es uno de los elementos esenciales de la democracia liberal sobre el cual se construye la idea de una sociedad que aspira a la igualdad entre sus integrantes.

No es, pues, un simple ritual ni un elemento trivial de nuestro calendario cívico. Es un acto republicano mediante el cual el gobernante comparece ante el soberano, que es la comunidad, para dar cuenta de la forma en la cual ha actuado para que la acción de gobierno impacte positivamente en el devenir colectivo.

Por desgracia, en nuestro País se ha perdido desde hace mucho tiempo la noción trascendente de este evento, mezcla de sujeción a las leyes y de acto político, en tanto lo que se informa tiene que ver con una concepción específica de la mejor ruta a seguir para alcanzar el bienestar general.

Debido a ello, el acto de informar ha sido históricamente en nuestro País o una oportunidad para enaltecer de forma acrítica a los gobernantes o un momento para la negación absoluta de cualquier acierto o virtud en el ejercicio gubernamental.

La realidad, como puede fácilmente apreciarse si se hace el esfuerzo de analizarla con un mínimo objetividad, rara vez se comporta de forma extremista. Por ello, los análisis respecto de la actividad gubernamental no pueden ser de blanco o negro, sino más bien de tonos de grises.

La apreciación de tales tonalidades debiera ser la vocación del Poder Legislativo a cuyos integrantes, además de recibir el texto del informe, les corresponde el análisis de dicho documento, una tarea que exige pensar no en términos de aplauso o condena, sino de aspiraciones colectivas.

Valdría la pena por ello que, lejos de aspirar a la escenificación de un “choque de trenes”, lo que veamos hoy en el Congreso de Coahuila sea un ejercicio de responsabilidad pública que se traduzca en la recreación de un diálogo serio entre poderes públicos.

¿Qué implica esto? Esencialmente que, quienes alinean en la misma concepción política del Gobernador, sean capaces de la autocrítica y, quienes se ubican en la oposición, resistan a la tentación de negar todo mérito a lo realizado desde
las instituciones del actual Gobierno.

Actuar en este sentido no solamente dotaría de mayor significado el ejercicio de informar sobre el estado que guarda la administración pública, sino que nos daría a los ciudadanos mayores y mejores elementos para juzgar con sobriedad lo
que se ha hecho y lo que falta por hacer.

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