Mirador 04/05/2024

Opinión
/ 4 junio 2024

Este señor, hombre de edad madura, casó con mujer joven. Le dijo:

-Pa’ que me cuide.

A cambio le ofreció, solterón sin compromisos, que a su muerte le dejaría todos sus bienes: la casa en que vivía, el coche, sus ahorros en el banco, más la pensión de viuda que recibiría tras su fallecimiento.

Se llevó a cabo el desposorio. Pero a los pocos meses de casado el señor faltó una noche al domicilio conyugal. Lo esperó en vano su mujer. Preocupada salió luego a buscarlo, y lo halló en la cantina en la que solía beber con sus amigos. Entró a preguntarle si se hallaba bien. Gran sacrilegio: eso no era bien visto en esa sociedad de machos. Con molestia le preguntó el señor:

-¿Qué hace aquí?

Respondió la muchacha, tímida:

-Usté me dijo que se casaba conmigo pa’ que lo cuide.

-Pa’ que me cuide, sí –respondió, hosco, el sujeto–, pero no pa’ que me ande cuidando.

Cuento esta historia como me la contaron. No sé si tenga alguna moraleja.

¡Hasta mañana!...

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