Mirador 09/12/2025

Opinión
/ 8 diciembre 2025

Por los 40 años andaría ya cuando un señor de Monterrey, viudo y de buen pasar, conocido de la familia, le propuso matrimonio

Mi tía Conchita, Concepción Fuentes Flores, fue hermana de mi padre. Única mujer, llegó al mundo después de cinco hijos varones. Su madre murió al darla a luz.

En su juventud fue bella, con una belleza frágil como de figulina de Tanagra. Tuvo numerosos pretendientes, pero ninguno gustó a sus hermanos, que a todos los galanes les ponían algún pero. Así las cosas, la tía se quedó soltera, mientras sus amigas y primas se casaban y tenían hijos.

Por los 40 años andaría ya cuando un señor de Monterrey, viudo y de buen pasar, conocido de la familia, le propuso matrimonio. Ella aceptó, previo permiso de mi padre, que era el hermano mayor. Ante el oficial del Registro Civil la tía declaró 35 años. Don Refugio dijo tener 50, aunque seguramente completaba ya seis décadas.

Hicieron un matrimonio feliz, con los naturales quebrantos de la vida. El tío Cuco lloró como un niño cuando le dimos la noticia de la muerte de mi padre. Exclamó entre sus lágrimas: “¡Cómo se le ocurrió morirse a mi compadre!”.

Enviudó luego mi tía, y regresó a Saltillo a vivir en la casa paterna. Ahí se fue apagando lentamente. Solía decir: “Al final de la vida nomás los recuerdos quedan”.

¡Hasta mañana!...

Escritor y Periodista mexicano nacido en Saltillo, Coahuila Su labor periodística se extiende a más de 150 diarios mexicanos, destacando Reforma, El Norte y Mural, donde publica sus columnas “Mirador”, “De política y cosas peores”.

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