Mirador 13/07/2023
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El doctor Dyingstone, misionero, dedicó varios años de su vida a convertir a los pimates a la verdadera fe.
Los pimates eran antropófagos. El predicador los convenció de que el canibalismo es una costumbre muy fea, reñida con la buena educación. En su lugar les enseñó a tomar el té de las 5.
Eso les gustó a los nativos, y más a las nativas, pues les permitía hablar mal de las que no estaban presentes, lo cual es uso civilizado.
Cuando el doctor Dyingstone juzgó que los salvajes habían renunciado definitivamente a sus antiguas prácticas invitó al gobernador británico a visitar la tribu a fin de que diera constancia del éxito de su labor. Con tal motivo se llevó a cabo una recepción. Cuando llegó la reina de los aborígenes el gobernador le dijo:
-¿Me permite Su Majestad ofrecerle mi brazo?
-Gracias –respondió la soberana–. Ya cené.
Al día siguiente el misionero regresó a Inglaterra.
¡Hasta mañana!...