Mirador 20/01/2025

Opinión
/ 20 enero 2025

Pese a ser teólogo, suele decir que la teología es la más imaginativa forma de la literatura de ficción

Melbéne, pese a ser teólogo, suele decir que la teología es la más imaginativa forma de la literatura de ficción. Con frases como esa, el lovaniense escandaliza a sus colegas que, por falta de otras letras aparte de las religiosas, todavía son susceptibles de escandalizarse.

En un reciente artículo para la revista Lumen escribió Malbéne:

“El hombre necesita la religión, pues ha menester de consuelo y esperanza. Los ateos no se suman a la inmensa corriente humana de los desconsolados y los desesperanzados. No sé si admirar o execrar a los incrédulos: desdeñan tanto los bálsamos como los sueños. No compran la mercancía que les ofrecemos los predicadores, y nos dan la espalda mientras otros la doblan ante nosotros. No entiendo a los ateos, pero me dan la impresión de ser más libres que quienes no lo somos”.

Ocioso será decir que no soy teólogo. Carezco de la imaginación que se requiere para serlo. Pero aun así me inquietan las palabras de Malbéne. Advierto en ellas un vago tufo de heterodoxia, y a mí las heterodoxias me perturban. Y, sin embargo, no puedo dejar de leerlo, aunque eso me conduzca al peligroso ejercicio de pensar.

¡Hasta mañana!...

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