Mirador 25/04/2024
A esta palma los pioneros mormones le dieron el nombre de “Joshua tree”, porque su forma les recordaba a ese personaje bíblico que al orar levantaba los brazos al cielo, a la manera en que esta planta del desierto alza su ramazón.
En los principios de la primavera se engalana con racimos de flores blancas cuyos pétalos, convenientemente tratados y guisados, son sabroso manjar de mesas campesinas. Yo lo he disfrutado –rara es la cosa de cocina que yo, gran comilón, no haya gozado–, y evoco al mismo tiempo con nostalgia y placer su riquísimo sabor.
Hay extensos parajes de las zonas desérticas de Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, Zacatecas o San Luis Potosí donde estas palmas o yucas proliferan. Al verlas me han parecido ejército de guerreros cuyos cascos se adornan con penachos albos, como el de Cyrano, y que ponen su nota blanca en la grisura del erial.
Dicen que el desierto es desértico. Lo es para el que no sabe ver. Las flores de las plantas que en el desierto crecen tienen colores más intensos y bellos que las flores de jardín. El color blanco de estas flores blancas es el más blanco de todos los colores blancos.
De ese color quisiera yo tener el alma.
¡Hasta mañana!...