El tío Sixto, originario y vecino del Potrero, tenía peregrinas ocurrencias.
Un día, en abierta pugna con la ley de la gravitación universal, sostuvo su idea en el sentido de que alguien podía caer hacia arriba. Explicó:
-Supongamos que hacemos un pozo de aquí a China. (Él pensaba que en el lado opuesto del planeta estaba China). Si arrojamos a un hombre por el pozo, al llegar a China caerá hacia arriba, y posiblemente llegará a la Luna. Ojalá haya luna llena, pa’ que no se pase.
Quienes oían su explicación se miraban unos a otros, y como no la entendían la aceptaban. Así, el tío Sixto iba por la vida con fama de sapiente. La única que no celebraba su sabiduría era su esposa, doña Modesta, a quien él en secreto llamaba doña Molesta. A los ojos de su mujer ningún marido es sabio.
¡Hasta mañana!...