Mirador 30/08/2023
En la cocina de la casa del Potrero no se oye más ruido que el borbollar de la olla donde hierve el agua para hacer el té de menta o yerbanís.
Cuando la lluvia falta la conversación decae. Lo mismo sucede con los árboles del huerto y los sembradíos en la labor.
Doña Rosa intenta animar la tertulia con una anécdota de don Abundio, su marido.
-Le dijo al compadre Melo (Carmelo se llama el tal compadre) que iba a ir a Saltillo a ver al ojista. “Será al oculista”, lo corrigió el compadre. “No –respondió Abundio–. De ahí ando bien”.
Todos reímos, menos don Abundio. Atufado, masculla con enojo:
-Vieja habladora.
Doña Rosa figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!...