Mirador 31/12/2024

Opinión
/ 31 diciembre 2024

Suele ser el día final del año un día penitencial. Hacemos el recuento de nuestras fallas, culpas y omisiones, y pedimos perdón a Dios y al prójimo.

Eso no está mal, a condición de que sea sincero el arrepentimiento y que le siga un firmísimo propósito de enmienda, según decía el P. Ripalda. Mejor que el remordimiento, sin embargo, es la esperanza: esperanza en la bondad del Padre, que comprende nuestras debilidades; en la buena voluntad de nuestro hermano, que las perdona, y en nuestra propia capacidad de ser mejores.

Nos aguarda este día un gran regalo: el de la fe. Tenemos derecho a la promesa. No hagamos del pesimismo nuestro huésped, ni admitamos al miedo en nuestra casa. La vida es vida siempre, y en ella estamos, vivos. Abracémosla, como ella nos abraza cada día, y digámosle “Te amo” con la misma voz que lo decimos a la persona amada. Veremos cómo la vida nos responde con ese misterioso amor que sabe dar.

Tiendo las manos para tocar las tuyas, y siento tu calor. Es el calor del Misterio, presente en todas sus criaturas. Él nos acompañará en este camino que es la vida, tan viejo en el recuerdo, tan nuevo en la esperanza.

¡Hasta mañana!...

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