Montemayor Chapa: El norteño tlaxcalteca

Opinión
/ 23 agosto 2025

Fue mucho más que un hombre rico... Luis Montemayor se hacía presente de manera amplia para su comunidad, fue miembro de patronatos que apoyaban la cultura desde mucho tiempo atrás

Don Luis Eugenio Montemayor Chapa era rubio y de ojos azules. Menudo de estatura, corpulento y de aspecto europeo. Sin embargo, se asumía como tlaxcalteca. Fue propietario de la famosa pintura de la “Fundación de Monterrey” (una de ellas), la encabezada por su ancestro Diego de Montemayor en 1596, que se exhibe en el hotel que llevó por nombre “Monterrey”, ubicado en el corazón histórico de la ciudad.

Por supuesto, hubo tlaxcaltecas de origen noble y de clase sencilla que fueron avecindándose en un lugar pletórico de ojos de agua y montañas notables. Ya en Santiago del Saltillo habían ocurrido matrimonios entre descendientes de familias provenientes de Europa y descendientes de Tlaxcallan, que habitaban honrosamente en San Esteban de la Nueva Tlaxcala, lo que hace pensar en los vínculos que de manera política se fueron sucediendo luego de la conquista de Tenochtitlán.

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Luis Montemayor falleció el pasado 20 de agosto –situación que lamento–; había nacido en 1939. Y aunque en los últimos años dependía para su movilidad de una silla de ruedas y de algún apoyo humano, siempre estuvo presente en los grandes acontecimientos artísticos y culturales que acontecían en Monterrey. Lo vi el año pasado en la gala del Ballet de Monterrey, en la función de Romeo y Julieta. Siempre sonriente, siempre afable. Apoyando causas por el bien común.

Fue mucho más que un hombre rico. Sabía disfrutar de las bondades que una posición económica holgada puede ofrecer, pero no sólo se acercaba a las exquisiteces culinarias de la alta cocina internacional; buscaba los sabores del México real. Lo recuerdo yendo al “Fara-Fara” (negocio que tuve) a degustar enchiladas norestenses a la antigua, sazonadas con dos tipos de chile y queso de rancho.

Me lo presentó en 1994 el promotor cultural y poeta Andrés Montes de Oca –de grata memoria– cuando trabajábamos para obtener fondos para la producción del busto en bronce del músico Antonio Tanguma (creador del chotis “Cerro de la Silla”). Don Luis apoyó económicamente el pago de esta obra del escultor Cuauhtémoc Zamudio y permitió que estuviera en el lobby del principal de sus hoteles mientras se encontraba un sitio para colocarla.

Pero Luis Montemayor se hacía presente de manera amplia para su comunidad, fue miembro de patronatos que apoyaban la cultura desde mucho tiempo atrás. Su conexión con la Orquesta Sinfónica de la UANL fue permanente. Compartimos un lugar como miembros del Patronato de Promoción y Desarrollo Sociocultural de Mina, Nuevo León, junto con personas memorables convocadas por la ilustre gestora cultural Tina Lozano de Salas. Un exdiscípulo fue su brazo derecho en el campo de sus proyectos hoteleros. Él es Rolando Girodengo, quien tuvo la suerte de tenerlo como guía y jefe, buen amigo personal que me ha ofrecido apoyos de hospedaje para eventos de Mundo Sustentable A.C.

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Fue muy gentil con la gente que lo rodeó, aunque también, cuando se trataba de negocios, era muy cauteloso al tomar decisiones.

Me animó mucho su crítica cuando leyó mi obra “Alberto Santos González: constructor de sueños”, publicada en 2001 en torno a un personaje nacido en Bustamante, que luego se casó con Panchita de Hoyos Chapa, generosa mujer nacida en Múzquiz, Coahuila.

Francamente, podría compartir más información sobre los alcances que tuvo en su vida don Luis Montemayor, quien fue sencillo en su habla y en su vestir, como buen regiomontano de corazón tlaxcalteca. Todo mi afecto y respeto para su persona.

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