Jesusa Rodríguez, una promotora de los saberes ancestrales

Opinión
/ 17 agosto 2025

Desde la mirada de la natura, Rodríguez trabaja el tejido social y cultural de los pueblos originarios, por lo que está constantemente en territorio

Conocí en Chalcatzingo, Morelos, a Jesusa Rodríguez el sábado 31 de mayo de este año. Organizó una ceremonia de pedimento de lluvia en la que participé siendo testigo de que el movimiento nacional de mujeres medicina, de chamanes y de temporaleros es de trascendencia, dado el dominio de saberes ancestrales.

Allí estaba ella, delgada, muy cercana a la gente y vestida con un atavío típico mexicano. Menuda y resuelta su voz, emergió entre los asistentes. Había que ponerse de acuerdo antes de ir al área de las pirámides para que la ceremonia fuera digna. Esta reunión previa se realizó bajo un toldo y al lado de un museo de sitio que tiene ya como principal atractivo la figura del Portal del Inframundo.

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Jesusa Rodríguez es asesora en materia de cuidado y protección ambiental de la Presidencia de la República. Desde la mirada de la natura, trabaja el tejido social y cultural de los pueblos originarios, por lo que está constantemente en territorio. La he buscado muchas veces para encontrarnos. Inclusive le había llevado una canasta del proverbial pan de Bustamante que no le pude entregar. Se llegó el momento de coincidir en un restaurante de Coyoacán.

A Jesusa le gusta la puntualidad. Llegó portando un sombrero campesino, pantalón y blusa de percal con huaraches. La plática giró alrededor de su interés –mismo que comparto–, de promover a personas que en Amatlán y en Chalcatzingo se dedican al cuidado de la naturaleza y de los saberes ancestrales.

Uno de sus propósitos es elevar a Área Natural Protegida la región de Chalcatzingo para evitar su depredación; también quiere que en Amatlán se fortalezca el museo existente. Le compartí la idea de crear en pueblos originarios o de ascendencia indígena centros de interpretación biocultural y cambio climático (CIVIOCAM). Le agradó el concepto que en este momento está desarrollándose en Bustamante, Nuevo León, población de origen tlaxcalteca-alazapa.

Ella conoce a personas en Amatlán que tienen un proyecto biocultural y también está en contacto con la arqueóloga que está a cargo del museo de sitio en Chalcatzingo. Hablamos del buen perfil de Margarita González Saravia, actual gobernadora del estado de Morelos. Coincidimos en que tiene características atípicas para un ejecutivo estatal promedio porque le importa la cultura originaria. Ya Margarita me había comentado de su proyecto “Camino de Quetzalcóatl”, y que Daniel Altafi, el titular de turismo morelense, era su responsable.

El proyecto es transdisciplinario, ya que converge la cultura, el medio ambiente y el turismo, que son los elementos del CIVIOCAM. A la fundación Mundo Sustentable le parece importante ir sembrando este tipo de centros en el país porque están ligados a la educación ambiental.

En la conversación que propició el encuentro matutino, quedamos de ir juntos a visitar el estado de Morelos y a sus funcionarios. Me preguntó por la forma de financiamiento de Mundo Sustentable, le comenté que era una fundación del sector privado y que entendíamos que el bien común no lo debían propiciar solamente los tres niveles de gobierno.

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Jesusa Rodríguez es vegana y me llamó la atención porque en mis alimentos se incluían productos lácteos. Me dijo que los activistas del medio ambiente debemos desincorporar carne y lácteos de nuestra ingesta, debido a que para su producción se afectan muchos acuíferos. Que no había que comer carne. Le concedí la razón.

Me parece congruente Jesusa Rodríguez, mucho más allá de que haya sido senadora y haya declinado a ser embajadora de México en Panamá; me queda muy claro que ella tiene la capacidad para ese tipo de responsabilidades políticas. Pronto haremos equipo en los temas en los que coincidimos y pronto conocerá Bustamante, tal vez en el Encuentro de la Tierra y el Cosmos, a finales de octubre del 2025. Y el 3 de noviembre cumplirá 70 años, y le sientan muy bien.

Columna: Mundo sustentable

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