Movilidad seguridad: Encaminando a Saltillo hacia la visión cero

Opinión
/ 30 octubre 2024

Esta semana, VANGUARDIA ha tenido una muy completa y pertinente cobertura sobre la movilidad peatonal y los riesgos en una ciudad que por muchos años ha privilegiado la generación de infraestructura y gestión de la movilidad para el automóvil.

En Saltillo, como en las demás ciudades mexicanas, la seguridad vial es uno de los principales temas en la agenda pública. El crecimiento de la población y el aumento del parque vehicular han derivado en accidentes de tránsito más frecuentes y severos.

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Uno de los aspectos clave a considerar es la velocidad de los vehículos. A mayor velocidad de conducción de un vehículo motorizado, el campo de visión del conductor se reduce. A este fenómeno se le conoce como efecto de túnel.

Las altas velocidades disminuyen sensiblemente la capacidad del conductor para percibir y reaccionar ante personas, obstáculos o situaciones de peligro en la vialidad. Una reacción tardía puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

A esto se suma también el hecho de que la distancia recorrida por el vehículo cada segundo se incrementa significativamente a medida que aumenta la velocidad, lo que reduce el tiempo disponible para frenar o evitar colisionar.

Es por ello que la implementación de medidas de control de velocidad se torna fundamental para mejorar la seguridad vial en nuestras ciudades. Una de las estrategias más efectivas en este sentido es la instalación de sistemas de fotomultas.

Este mecanismo ha demostrado ser eficaz en la reducción de la velocidad urbana. En Saltillo su implementación derivó en la pacificación de la velocidad de los vehículos motorizados y, en consecuencia, en la reducción de accidentes y en la gravedad de estos.

Existen otras medidas complementarias de control administrativo que ayudan de manera importante al propósito. Una muy eficaz es la adopción de mecanismos de conmutación de las sanciones administrativas por horas de trabajo en favor de la comunidad.

Saltillo ha adoptado este esquema en esta administración con el fortalecimiento del marco reglamentario de los Jueces Cívicos y de los procedimientos de justicia restaurativa. Una persona puede evitar el pago de una multa a cambio de trabajo comunitario.

Las sanciones económicas vinculadas a exceso de velocidad y al respeto a espacios destinados a movilidad activa regularmente se perciben como medidas recaudatorias, por lo que la conmutación de las sanciones administrativas ayuda a cambiar esa percepción.

Además, estos mecanismos permiten que las personas infractoras se concienticen sobre sus acciones y contribuyan a la mejora de la seguridad vial en su comunidad, siempre y cuando el trabajo comunitario esté orientado adecuadamente a esa problemática.

Una medida adicional que podría implementarse es la creación de un sistema de puntaje para personas infractoras. Este sistema asignaría puntos negativos a quienes incurran en infracciones de tránsito, resultando su acumulación en sanciones más severas.

Entre estas sanciones se encuentran la suspensión temporal y hasta definitiva de la licencia de conducir. Esta medida sería particularmente efectiva para disuadir a los conductores reincidentes y favorecer una conducción más responsable en la ciudad.

Todo esto debe ir a la par de promover un cambio cultural en la forma en que nos movemos en la ciudad. La prioridad de la movilidad activa sobre el uso del automóvil particular implica un cambio mentalidad sobre el diseño y la gestión del entorno urbano.

Por ello es fundamental promover medios de transporte alternativos, como el transporte público, la bicicleta y la movilidad peatonal. Para lograrlo es necesario invertir en infraestructura de calidad para la diversificación modal, quitando del centro al automóvil.

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De igual manera debemos adoptar con urgencia los principios de la visión cero, que tiene por objeto reducir a cero el número de muertes y lesiones graves por accidentes de tránsito. Esta visión implica un enfoque sistémico y transversal de la seguridad vial.

Para ello se requiere la toma de decisiones desde el gobierno, sustentada en una participación ciudadana activa y permanente, que involucre a todas y todos, desde personas peatonas, ciclistas y usuarias de transporte público hasta automovilistas.

La tarea no es sencilla, pero será más complejo y costoso en todos sentidos mantener las cosas como están. Una ciudad que apuesta por una visión cero en la movilidad urbana se perfila por el camino correcto hacia un futuro posible.

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