Movilidad urbana: es una materia olvidada

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Modificar la realidad actual de Saltillo, sumida en una perpetua congestión vehicular, demanda el diseño e implementación de medidas distintas a las usadas hasta ahora
Se ha dicho en todos los tonos posibles, pero habrá que insistir en el argumento tantas veces como sea necesario: la movilidad urbana, en las grandes concentraciones humanas es, a no dudarlo, la asignatura más importante que tienen frente a sí los gobiernos de todos los órdenes.
La razón de ello es evidente: la realidad actual nos está pasando la factura por no haber dedicado, en el pasado reciente, recursos para ordenar el crecimiento de las ciudades y haber “pospuesto” -cuando no ignorado- el diseño y puesta en operación de un sistema de movilidad urbana a la altura de las necesidades que implica el crecimiento urbano.
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El diagnóstico anterior aplica, desde luego, para cualquier ciudad de tamaño medio hacia arriba de casi cualquier parte del mundo. Y en ello se incluye a Saltillo y su área conurbada que, de acuerdo con el reporte que publicamos en esta edición, ha sufrido un crecimiento desmesurado en su parque vehicular.
De acuerdo con cifras del INEGI, el parque vehicular de Saltillo pasó, de 225 mil 863 unidades en 2010, a 489 mil en 2023, es decir, el número de unidades automotrices que circulan por las calles de nuestra ciudad más que se duplicó en tan solo 13 años.
El aumento en el número de autos en circulación, sin embargo, no corresponde con el crecimiento poblacional, pues claramente la población de la capital coahuilense no se multiplicó por dos en el período citado. Tampoco lo hizo, por cierto, el número de viviendas existentes en la mancha urbana.
¿Por qué ha crecido de forma tan desmesurada el número de automóviles en nuestra ciudad? La respuesta genérica a la interrogante anterior es que hemos perseverado en la construcción de una cultura que privilegia el uso del automóvil particular por encima del transporte público.
Señalar lo anterior, desde luego, es insuficiente para comprender el problema que hoy padecemos al circular por las calles de Saltillo: congestionamientos en todas partes y prácticamente a cualquier hora del día.
Para tener claridad sobre la naturaleza y desarrollo del problema hace falta, además, entender que, históricamente, los sistemas de transporte público en México no han sido diseñados para atender las necesidades de las personas que requieren moverse de un punto a otro, sino para surtir los intereses de la clase política y los de unos cuantos “empresarios” del transporte.
También es necesario asumir que se ha construido la idea de que el transporte público no debe consumir recursos públicos, sino que debe financiarse de forma exclusiva a partir del pago del servicio. Esta idea en particular ha impedido que se avance hacia la única solución real para construir un sistema de transporte moderno, seguro, asequible y eficiente: que sea público y se construya alrededor de la idea de que la movilidad es un derecho.
Mientras no demos ese paso y sigamos buscando un modelo “rentable” que sea operado por concesionarios privados, los problemas de movilidad urbana no se resolverán y la congestión vial que padecemos ya casi de forma permanente en la ciudad no hará sino agravarse.