Movimientos estudiantiles en México

Opinión
/ 25 septiembre 2023
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En México, es imposible hablar de los movimientos estudiantiles sin hablar de los resultados trágicos de algunos de ellos

En México, es imposible hablar de los movimientos estudiantiles sin hablar de los resultados trágicos de algunos de ellos, sin duda, el más recordado es el de 1968, que fue reprimido mediante una brutal matanza de estudiantes del IPN, UNAM y otras instituciones educativas, ordenada por el Estado mexicano el día dos de octubre y en la que la violencia de Estado ha sido plenamente documentada.

También viene a la mente el terrible y reciente episodio de jóvenes estudiantes normalistas de Ayotzinapa, ocurrido en Iguala, Guerrero, la noche del 26 de septiembre de 2014, en la que fuerzas de seguridad pública y miembros del crimen organizado, realizaron un ataque coordinado a la juventud protestante. Esto resultó en 6 personas ejecutadas, 43 estudiantes desaparecidos y 40 personas más lesionadas. Más de 180 personas fueron víctimas de violaciones a sus derechos, y se estiman 700 víctimas indirectas.

En el caso particular de Coahuila, muchas y muchos estudiantes valientes de la que era la Universidad de Coahuila, lucharon para conseguir la autonomía universitaria hace 50 años. Esta lucha fue también reprimida frecuentemente con ataques porriles y violencias en contra de sus manifestantes. Sufrió duros golpes morales de funcionarios y de otros personajes nefastos, que, hoy, se vanaglorian de haber apoyado el movimiento que entonces traicionaron. Pero también, algunos de los estudiantes valientes de ese lejano 1973, son hoy importantes tomadores de decisiones con cargos públicos en Coahuila.

En nuestro país, la represión violenta de los movimientos de protesta, particularmente, de los movimientos estudiantiles, durante mucho tiempo ha representado un fantasma del Estado represor que sigue vivo en las tinieblas, esperando el momento adecuado para resurgir a cada tanto, cuando la población estudiantil se atreve a organizarse para reclamar sus derechos. Sin embargo, hemos dado importantes pasos hacia un futuro en que nunca más permitamos la represión de nuestros movimientos estudiantiles por parte del Estado mexicano, en cualquiera de sus órdenes de gobierno.

Para empezar, las redes sociales han dotado a las comunidades de una extraordinaria capacidad de organización y documentación como colectivo. En movimientos estudiantiles, esto ha resultado particularmente útil para llegar a acuerdos comunes, convocar a eventos, documentar y transmitir en vivo cada parte de los movimientos, y prevenir muchos de los posibles abusos de las autoridades y fuerzas de seguridad pública, mediante la difusión masiva de lo que ocurre durante las protestas.

También, existe cada vez más una conciencia colectiva más desarrollada y movilizable, que se acciona de manera inmediata en las juventudes para responder de forma masiva y organizada a cualquier intento de represión. Es cada vez más frecuente que a las autoridades de instituciones estudiantiles les cuesten sus cargos la denuncia de cualquier abuso o el intento de represión ante la protesta por dicho abuso.

Las comunidades estudiantiles tienen hoy más derechos, gracias a las luchas de las de antaño, pero tienen también, mayor capacidad de protesta organizada y movilización para demandar que estos derechos no les sean violentados, omitidos, retirados, así como para demandar la institución de nuevos derechos que no les han sido reconocidos o validados.

Las nuevas generaciones de estudiantes son muy distintas a las de antes, pero mantienen algo en común: El espíritu combativo de las juventudes estudiantes de nuestro país, que les fortalece y envalentona para que no permanezcan apáticas ante los abusos, para que levanten siempre la voz cuando lo sientan necesario. Ante el fantasma de la represión violenta, el espíritu de la protesta digna, justa y pacífica; un perfecto ejemplo de desobediencia civil patriótica.

Hoy, con el reciente MOESCO y el vigente MOESBUPA, el valiente estudiantado coahuilense nos vuelve a demostrar que ese espíritu vive. Exhorto, especialmente, a esos tomadores de decisiones, quienes fueron estudiantes “revoltosos” hace algunos años, a no olvidar ese espíritu, a mantenerlo vivo en su interior y verse reflejados nuevamente en esta generación de valientes jóvenes luchando por sus instituciones y su comunidad.

Los movimientos estudiantiles son incómodos, porque son protesta social, y justo por eso, son necesarios y son positivos. La historia vindicará este movimiento y a sus estudiantes, procuremos estar del lado correcto de esa historia.

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