Muralismo en Saltillo. Elena y Electa
Elena Huerta detonó el muralismo en Saltillo con el mural que pintó en la UAAAN con su hija Electa de asistente. Antes de ella, solamente el pintor español Salvador Tarazona había realizado cuatro décadas atrás los murales del Ateneo Fuente y los de la escalera en el Palacio de Gobierno, además de los frisos que adornan la Escuela Coahuila. Poco después de Elena, el trabajo de González Camarena quedó plasmado en los muros de la Presidencia Municipal y el de Salvador Almaraz en los muros de la segunda planta del Palacio de Gobierno y en los del Palacio de Justicia. Poco después de este último, el muralismo revivió en el abundante fruto que rindió la siembra de la pintora saltillense en los discípulos que formó. Su escuela se manifestó principalmente en los jóvenes artistas que actuaron como sus asistentes en la realización del mural Historia de Saltillo, particularmente los excelentes dibujantes Cuauhtémoc González y Mercedes Murguía. Esta última artista ha hecho significativa aportación al muralismo local con las técnicas y el estilo de su maestra en la ejecución de la obra que adorna los muros de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila, utilizados también en mural anterior en la Huasteca Potosina.
Electa Arenal Huerta, la hija de Elena, se estableció en tierra cubana, más propicia a la lucha social y, sin embargo, hubo de hendir muy hondo el surco para hacerle lugar a la monumentalidad de su obra escultórica, porque aunque ella no lo supo, sus años los tenía contados.
El importante papel social desempeñado por ambas artistas, Elena Huerta y Electa Arenal se hace presente en la obra que cada una ejecutó. Independientemente de la obra gráfica y de caballete de Elena, realizada en parte durante su estancia en Rusia y China, se alza el ya mencionado mural de casi 500 metros cuadrados realizado en la entonces sede de la Presidencia Municipal, uno de los recintos políticos más importantes de la ciudad de Saltillo, hoy asiento del Centro Cultural Vito Alessio Robles, y la prolífica obra de su hija Electa Arenal, quien ya independizada, creó en Cuba el Taller Experimental de Escultura, en el que los peones y albañiles que colaboraron en las obras de la artista mexicana se unieron a artistas y artesanos. En ese taller se formaron las nuevas generaciones de escultores cubanos con los que inició el muralismo escultórico revolucionario de la isla. En los años que vivió en Holguín, Electa dejó fecunda y versátil obra mural y escultórica de gran formato y de profundo contenido social que luego continuó en México a su regreso en 1965, con un proyecto escultórico de Venustiano carranza y la escultura de gran formato “Los Remeros” para el Paseo Olímpico, únicas obras que realizó antes de fallecer trágicamente al caer de un andamio cuando asistía a Siqueiros en el “Poliforum” que lleva el nombre del artista. El gran muralista escribió sobre Electa: “Tenía energías suficientes como para transitar por terrenos inéditos, desconocidos, nunca elaborados antes en obra artística alguna (...) Estaba plenamente convencida de que en el arte público
el mensaje tiene importancia definitiva”.
La década de los setenta consolidó definitivamente la madurez artística de Elena Huerta con la ejecución del mural “Historia de Saltillo” reconocido por su valor estético histórico y su honda función educativa que lo constituye en una verdadera narración visual de la historia de Saltillo. Ya sin Electa, este mural fue la respuesta de una invencible y valiente mujer coahuilense al desenlace doloroso y trágico de la vida de su hija. Mario Herrera, crítico de arte saltillense, escribió de Elena: “Vitalista plena, integral, para quien la pintura es únicamente vida”.
La semilla sembrada por Elena prendió naturalmente en su hija. Al final, el amoroso sudor del cultivo les permitió a las dos levantar de las semillas de arte y libertad abundante cosecha, en un ciclo que inexorablemente vuelve a repetirse.