Nada es verdad, nada es mentira...todo depende de la inflación que se mira
La reciente publicación por parte del INEGI correspondiente a la inflación durante la primera quincena de julio, si bien es cierto representa una buena noticia para el bolsillo de los mexicanos, es también una realidad que debe de analizarse con mesura y no echar las campanas al vuelo.
El crecimiento en los precios a tasa anual de 3.55% durante la primera quincena de julio, representó el mejor resultado en este indicador desde la segunda quincena de enero, en que la inflación se ubicó en 3.48%. A partir de ese entonces, se ha observado una tendencia al alza, incluso hasta haber llegado a ligar cuatro quincenas por encima de la meta del Banco de México de 3%, más/menos un punto porcentual de variabilidad.
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No obstante, cuando analizamos en forma desagregada los datos que arroja el comunicado del INEGI, podemos advertir que aún persisten señales de que las amenazas inflacionarias lejos de haberse disipado continúan presentes, quizás temporalmente ocultas por el proceso mismo de la dinámica en que se desenvuelve este fenómeno económico.
Fue gracias al comportamiento de la inflación no subyacente - componente que incorpora los precios de los bienes y servicios más volátiles y que cuya formación son afectadas más por criterios políticos - el cual avanzó apenas 1.24% a tasa anual, lo que compensó el alza de 4.25% en los precios de la inflación subyacente.
Aunque al final del día ambos componentes – subyacente y no subyacente – están incluidos en el cálculo de la inflación y la variación de precios en estos dos, terminan afectando el poder de compra de la población, es una realidad que el determinante a mediano plazo de la trayectoria del nivel de precios, lo determina el componente subyacente.
Con esta perspectiva resulta preocupante que la disminución en la inflación general se deba más por las cotizaciones de productos de carácter volátil, que, así como disminuyen de manera abrupta como sucedió en esta ocasión, también pueden aumentar de forma intempestiva. Mientras que, por el contrario, sea el componente subyacente (inflation core como se le conoce en Estados Unidos) del que aún no tengamos control del todo.
Y mientras esto sucede, desde Palacio Nacional el discurso y la narrativa se inclinan para que Banco de México continúe bajando las tasas de interés, siguiendo así la misma estrategia de presión que Trump ha emprendido contra la Reserva Federal.
Pero ni la intensidad de la presión de aquí es la misma que hace Trump allá, ni tampoco Banco de México goza en la práctica de la misma autonomía que tiene la Reserva Federal. Mientras allá la FED y su presidente Jerome Powell, han aguantado estoicamente y han defendido valientemente su independencia, aquí el Banco de México pareciera que ya ha sucumbido ante el gobierno.
Sería vergonzoso que el Banco de México en su próxima decisión de política monetaria solamente observara lo que le conviene ver en términos de la inflación general y no base sus decisiones en lo que realmente debe de observar, que es la dinámica que sigue la inflación subyacente.