Naturaleza sabia e injusta
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La naturaleza será muy sabia, pero es también muy injusta. Cada vez que llega un huracán o un terremoto, los más afectados suelen ser los más pobres, aquellos que viven en las márgenes de arroyos o en las casas con cimientos más débiles. ¿Por qué afectar a un sector de la población continuamente afectado por las injusticias? La naturaleza será muy sabia, pero es también muy injusta.
En nuestros días se habla mucho del calentamiento global, de la contaminación de los mares, del poco cuidado que han tenido algunos líderes mundiales por evitar un daño natural. En las escuelas se comienzan a tratar temas de ecología. En algunas universidades se están elaborando importantes investigaciones sobre el cuidado al medio ambiente. En la televisión se nos recuerda que debemos tirar la basura en su lugar. Existe también un partido político cuya filosofía tiene un supuesto sustento ecológico, aunque lo único que le interesa es tener el sustento económico. A pesar de todo, esto no ha servido de nada.
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El descuido del hombre hacia el cuidado del medio ambiente ha llegado a tal extremo que muchas especies animales y vegetales han desaparecido para siempre. Cuando se habla de esto inmediatamente pensamos en los brasileños que poco a poco están acabando con la selva del Amazonas, o en los africanos que han sido incapaces de poner un freno a los cazadores. Sin embargo, pocas veces pensamos en nosotros mismos.
En Coahuila, por ejemplo, especies como el perrito llanero, la cotorra serrana, el borrego cimarrón o el lobo mexicano están amenazadas por la inconsciencia humana. ¿Y qué hacemos nosotros al respecto? A lo sumo, pronunciamos un: “¡Ay, ojalá que mis nietos puedan ver estos animalitos!”.
Es triste reconocer que la riqueza natural de Coahuila se va consumiendo día con día. Los incendios que en 2021 carbonizaron grandes extensiones boscosas de la Sierra de Arteaga, pudieron haberse evitado si a unos jóvenes no se les hubiera ocurrido prender carbón para asar carne, o los daños pudieron haber sido mucho menores si en ese entonces se hubiera actuado a tiempo, si más personas hubieran ayudado a controlar el fuego o si hubiera existido el equipo necesario. No contentos con haber calcinado a miles de gigantescos pinos centenarios, el descuido de los coahuilenses ha provocado también la desaparición de especies animales.
¿Por qué mejor no se extinguen algunas especies que sólo se empeñan en hacernos daño? Por ejemplo, saltaría de gozo si un día pudiera leer en el periódico: “Pierde México a funcionarios públicos corruptos”. Es alarmante lo que sucede actualmente en nuestro país. La corrupción se sigue apoderando de miles de personas. Los grandes empresarios, por ejemplo, se volvieron corruptos para obtener los favores del gobierno; los funcionarios públicos descubrieron que sus puestos les permiten apoderarse del dinero del pueblo; los narcotraficantes incluyen en su nómina mensual a individuos que supuestamente están al servicio de la Nación; los policías fijan su sueldo con base en los sobornos que puedan hacer. El presidente López alcanzó el triunfo gracias a su insistente promesa de acabar con la corrupción. Pero se ha visto que ésta, lejos de extinguirse, va en aumento. Hasta los propios familiares de AMLO han incurrido en actos de corrupción sin que exista ninguna consecuencia legal para ellos.
Aquí entre nos, otra especie que quisiera ver en extinción son las lideresas. Es impresionante lo que estas mujeres son capaces de hacer. Sólo ellas se atreven a garantizar a un candidato político el triunfo en las elecciones. Sólo ellas pueden juntar a la gente necesaria para entorpecer las actividades de un gobernante con una serie de reclamos derivados de la necedad o ignorancia. Sólo ellas son capaces de invadir un terreno y asegurar que éste les pertenece.
Quisiera que se extinguieran también los choferes asesinos. Una vez montados en sus unidades del transporte urbano o de transporte de personal, estos choferes son capaces de cualquier cosa: desde atropellar a un peatón, cruzarse en el paso de un coche o arrancar cuando apenas el pasajero se está subiendo al vehículo. ¿Cómo resolverlo si los mismos concesionarios del transporte les exigen cuotas diarias y los someten a jornadas laborales extenuantes?
Deberían extinguirse también los funcionarios negligentes, los aviadores, aunque se correría el peligro que las oficinas de gobierno quedaran completamente vacías.
Es triste que ya no se pudieran ver en Coahuila a especies como el bisonte o el oso negro, pero más triste es que día con día tengamos que lidiar con especies que en lugar de extinguirse, se están multiplicando. La naturaleza será muy sabia, pero es también muy injusta.
aquientrenosvanguardia@gmail.com