No decir adiós a la esperanza
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Lo sucedido el pasado 4 de junio en Coahuila dejó una diversidad de circunstancias a las que tocará hacer frente próximamente. Hablamos de una elección de Estado en donde una conjunción de la maquinaria corrupta y oscura de las altas esferas del poder, dejó ver que no les importaría pisotear sus principios con tal de mantener sus privilegios.
Se trata de los partidos que conformaron la alianza PRI-PAN-PRD (quienes anteriormente negaban todo vínculo entre ellos), poniendo en movimiento toda clase de sucias artimañas con tal de aferrarse a su poder en el Estado, a la permanencia de un status quo que solamente mantiene sus intereses políticos y económicos intactos, pero que mantiene bajo el suelo los del pueblo, que son de un bien mayor y colectivo. Con situaciones que iban desde entregar dinero o apoyos a los ciudadanos para obligarlos a que fuesen a votar, hasta directamente amenazarlos con el uso de las corporaciones policiacas, armados y a bordo de camionetas blindadas, el PRIAN ocasionó que la ciudadanía coahuilense saliera a ejercer su voto en un ambiente que, lejos de ser de tranquilidad, fue de miedo y resignación.
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Frente a ese sentimiento de miedo y resignación, esa sensación de que las cosas nunca van a cambiar porque siempre ganan los mismos, es donde debe alzar la voz para decir que la lucha por la transformación de Coahuila debe continuar y debe hacerlo con más fuerza, ahora más que nunca. En tiempos como este, donde se nos ha demostrado con creces que lo único que frena el poder del pueblo es la persecución de beneficios particulares, no podemos dejar de lado nuestra lucha, no podemos retirarnos a descansar a nuestras casas como si nada hubiera pasado y esperar hasta las próximas elecciones.
Los que siempre se han visto favorecidos a costillas del pueblo, ya saben que pertenecer al poder es un negocio bastante jugoso. Ya sea que ocupen las diputaciones, las alcaldías o la gubernatura, estas posiciones les permiten conservar sus negocios y sus ventajas económicas, no solamente por lo que ellos mismos puedan generar, sino porque gracias a los compadrazgos, amiguismos y dedazos implícitos en el hecho de que sus colegas ocupen dichos puestos, los beneficios crecen y crecen; es este egoísmo lo que impide que el pueblo pueda llegar a ocupar los puestos de representación popular.
El pasado 4 de junio el descaro de estos agentes perjudiciales para la gente de Coahuila, llegó al extremo de utilizar elementos armados para sustraer de sus hogares y vehículos y desaparecer forzadamente a compañeros de Morena sin justificación alguna al mero estilo del narcotráfico, sin sustento otro que mantener su poder, que debilitar la estructura política del partido. Es el cartel prianista quien utiliza a la policía no para brindar seguridad ni para cuidar a la ciudadanía, sino para cuidarse a sí mismos y sus intereses económicos e ir en contra de cualquier oposición a ellos.
El cartel prianista no puede ver a los ojos a la gente. En la mirada se les nota que ellos trafican con la miseria, que juegan con la pobreza para seguir implementando su estrategia ruin, cínica e inmoral de comprar votos. Y todo esto con el afán de generar un escenario de perfección para sus intereses perversos y oscuros de saquear Coahuila.
A diferencia de ellos, nosotros podemos ver a la ciudadanía y decirle que vamos a seguir luchando por la transformación de Coahuila, por lograr que eche raíces en toda la nación. Justo como en aquellos tiempos lúgubres y de decepción, en aquel 2012 donde el ahora compañero presidente López Obrador se enfrentó al fraude electoral, al uso desmedido de recursos públicos, a las calumnias, mentiras y engaños de los que se creían amos y señores de México, y nos demostró que el ánimo jamás debe decaer porque la lucha no se logra de la noche a la mañana, sino que se tiene que trabajar a todas horas y sin quitar el dedo del renglón por la transformación radical y profunda de la realidad nacional. La lectura de su libro “No decir adiós a la esperanza”, es lo que mantiene a todo buen militante de Morena en el afán de no rendirse, de hacer crecer la esperanza en tiempos como estos.
No vamos a permitir que se sigan burlando del pueblo coahuilense; va a haber tiro y vamos a seguir dándolo. Lo más importante es la organización interna de nuestro proyecto, y no importa quién lo encabece, sino que se mantenga en conjunto como una herramienta del pueblo organizado para lograr la transformación y dar esperanza para los que más lo necesitan.
El que nunca deja de soñar, jamás se va a rendir. Este es un reto que se nos presenta para seguir trabajando, organizando, para seguir exhibiendo a los políticos corruptos del cártel prianista que tanto daño han hecho a Coahuila y al país. Porque en este movimiento no se lucha por cargos, sino por encargos, por principios e ideales, por buscar devolverle la moral al oficio de la política, por poner siempre, y por el bien de todos, primero a las y los pobres.