Dar razones para justificar nuestras decisiones es una práctica en el Derecho que debemos aprender para pensar como juristas.
La argumentación jurídica, sin duda, es una materia que tenemos que dominar para significar la ley. Sin argumentación, no hay Derecho porque lo correcto de una solución legal depende de su debida justificación.
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Saber motivar las razones, por tanto, es lo que reduce el margen de la arbitrariedad de una decisión. Las personas, por ejemplo, tomamos decisiones en forma intuitiva, discrecional o racional. Lo que hace que nuestra conducta pueda explicarse de manera adecuada son las razones que la motivan. En el Derecho pasa algo similar.
Si practicamos el Derecho sin razones, la práctica social de normar las actividades de nuestra sociedad se convierte en arbitrariedad.
¿Para qué hacer un juicio debido si solo podemos confiar en nuestras intuiciones inquisitoriales para descubrir al responsable?, ¿para qué tenemos que explicarle a la sociedad que tiene que pagar más impuestos?, ¿para qué tenemos que justificar que un presupuesto se va a distribuir de manera igualitaria para acceder a los derechos sociales? En la práctica social del Derecho, las razones son fundamentales para que las decisiones que se tomen no sean arbitrarias.
Como juez, por ejemplo, nuestro deber principal previsto en la Constitución es motivar de manera adecuada y suficiente nuestras resoluciones. Saber fundar y motivar nuestras sentencias es, sin duda, lo que reduce el margen de discrecionalidad para evitar la arbitrariedad.
Durante esta semana hemos iniciado los cursos en la Licenciatura de Derecho en la casa morada. En este semestre me corresponde impartir la materia de “Teoría de la argumentación jurídica”. Por mi experiencia profesional, seguiré insistiéndoles a mis estudiantes la relevancia que tiene en la práctica que aprendan la buena teoría para argumentar de manera adecuada el Derecho. Saber argumentar el Derecho les dará una ventaja competitiva frente a los demás que no lo hacen: sus razones legales son las que terminan pesando para ser un jurista ejemplar o arbitrario.
LA LEY DE LA ARGUMENTACIÓN
En la práctica cotidiana es común escuchar a algunas personas decir que “para qué tenemos que discutir algo si podemos resolverlo con unos buenos golpes”. Esa es la ley de la fuerza. No es la ley del Derecho.
Las leyes del Derecho exigen fuerza de razones. Para hacer una ley tenemos que tener razones. Para interpretar una ley tenemos que tener razones. Para ejecutar la ley tenemos que tener razones.
Esas razones, sin embargo, no son de cualquier orden. Deben estar fundadas en ley. Deben estar desarrolladas con metodologías de interpretación. Deben estar explicadas con una buena teoría de la argumentación jurídica.
Como juez seguiré explicando mis decisiones con las razones que el Derecho nos ofrece para cumplir con nuestro deber de impartir justicia de manera imparcial, objetiva y profesional. Como profesor, además, estudiaré más con mis alumnos y alumnas para aprender a argumentar mejor la práctica social del Derecho para que se reduzca la arbitrariedad.